r. Director:
Movido por un deber de civismo y educación quisiera hiciera llegar al conocimiento de los lectores de "Tarrasa Información" los siguientes hechos:
En los días trágicos d la riada de Tarrasa me ocupé con un grupo de personas de la ingrata tarea del reconocimiento de cadáveres en el depósito del cementerio municipal. Los diversos grupos de rescate y de ayuda en su más variada forma no formaban en aquellos días, más que un solo cuerpo, movido por un mismo ideal y aguijoneado por un mismo sentimiento de humanismo. En todos ellos se dieron casos de heroísmo auténtico.
Quisiera recalcar de un modo especial, como testigo de los hechos, la labor sumamente delicada de este puñado de hombres (unos 30), entre los que se encontraban religiosos, misioneros e incluso algún extranjero. Con peligro de infección propia prolongaron durante días y días su labor en el depósito del cementerio reconociendo cadáveres que llevaban varios días allí, procurando compartir el dolor de los familiares y amigos, atendiendo todas las demandas…
Es pues indudable que, desde el Ayuntamiento de Tarrasa hasta el Gobierno Español, toda una gama de instituciones a cuyo cargo estaba el cuidado de esta situación terrible ( Cruz Roja, Diputación Provincial, Cuerpo de Bomberos, Hospitales, etc .etc..) han contraído con este grupo voluntario una deuda que difícilmente podrían pagar.
Ahora bien; al llegar el momento de expresar su gratitud y su educación cívica, ninguno de los dichos organismos tuvo en cuenta la labor de estos señores por medio de condecoraciones o de otras mil formas caballerosidad. Sus nombres, es verdad, aparecieron alguna vez en las listas oficiales, pero a la hora de felicitarlos, o simplemente de darles las gracias en una forma oficial y digna; a la hora de alabar y condecorar públicamente sus méritos, estos hombres, pertenecientes a clases sociales, ideologías y orígenes diversos, al no encontrarse alistados en ninguno de los organismos que repartieron sus felicitaciones a sus propios miembros, no fueron convocados en ninguno de estos actos cívicos.
Creo que, por lo menos el Ayuntamiento de nuestra ciudad debería sensibilizarse por estos hechos tal vez desconocidos hasta ahora. Por ello, en consideración a este grupo con el que me unen ahora lazos de profunda amistad y admiración, quisiera que nuestra ciudad, al menos, fuera educada y generosa con ellos, como ellos lo fueron con nuestra ciudad.