L inicio del siglo XX en Europa fue una etapa de convulsión social y política marcada por el período de entre guerras, y por el desarrollo industrial de los países europeos.
El capital no estaba dispuesto a permitir que ese avance se consolidara, pero tenía un problema, ahora no le valían los métodos anteriores de dominio y decidió crear el fascismo, como forma de mantener el poder económico y político. Este nuevo sistema arraigó fuerte en Italia y Alemania, y convirtió las propias condiciones subjetivas del conflicto social en su programa político, social y cultural.
En Italia pronto cuajó esta estrategia y Benito Mussolini, que procedía del mundo sindical socialista, decidió dar cuerpo a una nueva opción política de partido único. Para ello debía poder debilitar la capacidad de movilización de los sindicatos obreros de izquierdas. Así surgieron los “camisas negras”, verdaderos mercenarios cuyo objetivo era sembrar el terror como arma de lucha.
Los movimientos fascistas se crearon como contrapartida a la gran influencia que la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia tuvo en la clase obrera europea. Su objetivo era crear terror entre la clase obrera, provocando atentados contra sus dirigentes, la mayoría de casos con asesinato incluido.
En España, entre 1923 y 1930, la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, con el beneplácito del rey Alfonso XIII (bisabuelo de Felipe VI), hizo suyo el somatén catalán (población civil armada) y lo proyectó a toda España, transformándolo en el Somatén Nacional. Llegó a tener, en agosto de 1928, 217.584 miembros. Tuvieron la misión de proteger los intereses de los caciques locales en el mundo rural e impedir las acciones sindicales en el campo español, que estaba dominado por la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), sindicato anarquista.
En el quinquenio de la Segunda República Española, los sindicatos UGT y CNT vivieron procesos muy convulsos, cargados de grandes movilizaciones, ocupaciones de fincas en el campo y acción directa contra la patronal.
Como contrapartida surgió la Corporación General de Trabajadores o Unión de Sindicatos Libres creada por militantes carlistas en 1919 dirigidos por Ramón Sales Amenós. Fueron auspiciados por el gobierno de Eduardo Dato, con el consentimiento del rey Alfonso XIII, la gran burguesía catalana y el gobernador civil de Barcelona, Severiano Martínez Anido. Los crímenes más significativos fueron los de Salvador Seguí y Francesc Layret. El lema de la asociación fue «Justicia y libertad». Situados en la extrema derecha, los sindicatos libres incorporaron el obrerismo en su discurso, declaraban como objetivo la unidad de los trabajadores contra el sistema capitalista. Antiliberales y con una pretendida ideología transversal, su ideario defendía los valores tradicionales de familia, nación y religión.
Ésa fue la base de la introducción del movimiento obrero en el quinquenio de la Segunda República, junto a Falange y de las JONS, que con sus camisas azules imitaron a los “camisas negras” de Mussolini. Algunos individuos que habían pasado por los sindicatos mayoritarios (UGT y CNT) acabaron siendo miembros activos del sindicalismo fascista.
El líder de Vox, Santiago Abascal, anunció hace pocas semanas la creación de un sindicato tras el verano, impulsado desde la formación de extrema derecha.
Ahora quieren volver a repetir la historia los fascistas de VOX. Dicen que no estará al servicio de partidos políticos o de causas ideológicas, y añade la coletilla de que no se plegará “a la izquierda”. Dicen que viene “a proteger a los trabajadores españoles y sus familias”. No se plegarán a las “oligarquías globalistas”. Dicen que no estarán al servicio de ningún partido político… ¿Ellos qué son, una organización dedicada al pensamiento espiritual? Dicen que no estarán al servicio de causas ideológicas… A continuación dice que no se plegará “a la izquierda”… Ésa es la causa ideológica que le genera náuseas.
Dicen que vienen “a proteger a los trabajadores españoles y sus familias”. Sólo les diría a estos iluminados patriotas que se dieran un paseo por las zonas agrícolas de toda España a ver cuántos de esos españoles que quieren proteger están dispuestos a ir a trabajar de jornaleros de sol a sol, durmiendo en el suelo del asfalto de los pueblos donde trabajan. Esos españoles que cobran los ERTE que les ha facilitado el gobierno de coalición de comunistas y socialistas, o la renta básica ésa que cobran los que no tienen ninguna otra prestación, que vayan a hacer el trabajo de los inmigrantes subsaharianos o marroquíes. Les recuerdo las palabras del iluminado Jorge Buxadé, eurodiputado de VOX, cuando calificó de “paguita clientelar y para menas”, o solución “venezolana”. La renta básica, conocida como Ingreso Mínimo Vital, ya está beneficiando a 2,3 millones de personas en España.
VOX intenta impedir con su rechazo a la llamada “tasa Google”, el impuesto que gravará con un 3% determinadas operaciones de empresas tecnológicas que facturen más de 750 millones de euros, tres de ellos en España. La tasa está pensada para gigantes como Google y Amazon.
Por otro lado, Vox también intentó tumbar la denominada “tasa Tobin”, el impuesto a las transacciones financieras, que consiste en un gravamen de un 0,2% en las operaciones de compra de acciones españolas de empresas cotizadas con capitalización bursátil de más de mil millones, ejecutadas por operadores del sector financiero. Ambas acciones chocan bastante con su discurso de combatir a los “poderosos” y los “intereses globalis- tas”.
Durante la crisis sanitaria, VOX no ha apoyado gran parte de los decretos económicos del Gobierno con medidas laborales, como la ampliación de los ERTE y la prohibición del despido objetivo por causas de la Covid-19. VOX fue el único partido político que votó en contra en el Congreso de la derogación del despido por baja médica que aprobó el Gobierno, que acabó con el despido objetivo por ausencias al trabajo aunque éstas estén justificadas por una baja médica.
La formación de Santiago Abascal (VOX) también fue la única que no votó a favor en el Parlamento del Ingreso Mínimo Vital para familias de muy escasos recursos económicos. Vox fue la única formación política que no votó a favor de la revalorización de las pensiones y la subida del sueldo de los funcionarios. Otra de sus máximas estos días es el apoyo a la industria, pero el partido se ha desmarcado de algunas medidas que han sumado a la mayoría de partidos para defender fábricas españolas, como la carta que suscribieron las formaciones políticas al presidente de Nissan para que mantuviera la fábrica en Barcelona y que no firmó VOX.
VOX está instalado en la España de la Segunda República y en esa línea se ha propuesto desarrollar una estrategia destructora para acabar con el gobierno de coalición actual. Por otro lado, como verdaderos mercenarios del capital que son y están al servicio de la clase dominante, vienen a intentar socavar uno de los principios más básicos de nuestra democracia que es la libertad sindical.
Por cierto, ya que son tan enemigos de las subvenciones de partidos, retribuciones de diputados, gastos de órganos de representación democrática…
Por qué no explican a ese 28% de españoles en situación de emergencia social, o a esos 5 millones de pensionistas que cobran menos de 600 euros/mes, que su jefe, Santiago Abascal, cobró entre 1999 y 2013 la cantidad de 730.000 euros en sueldos públicos; lo que supone una mensualidad aproximada de 4.345 euros brutos.