QUIÉN era Antonio González Pacheco, alias” Billy el Niño”? Era un joven nacido en el seno de una familia comerciante del pueblo Aldea del Cano en Cáceres. Su familia era adicta al régimen franquista, y él para no ser menos, con 20 años, decidió ser perro de presa de Franco. Desde las unidades represoras de la policía político-social, se dedicó de lleno a satisfacer sus inclinaciones patológicas de sadismo y placer basada en la crueldad física y psíquica, que junto con sus convicciones fascistas, le llevaron a disfrutar de una terapia gratis: perseguir, detener y torturar a los luchadores por la democracia en España. Llegó a ostentar el título no escrito de uno de los mayores torturadores de la dictadura.
Hay presentadas causas judiciales de 30 personas contra Antonio González Pacheco, alias” Billy el Niño. El modus operandi se repite: detención en la calle, normalmente en actos reivindicativos; paliza en el coche patrulla de camino a la DGS de Madrid, donde se aplican torturas y palizas durante varios días. Era un usuario constante de los sistemas de tortura de Franco:
– Falanga. Golpear con una vara fina la planta de los pies en la zona del talón,
– Bañera. Recipiente lleno de aguas fecales, donde se le sumerge la cabeza hasta casi el ahogamiento total.
– El quirófano. Atado a una cama y se le aplicaban descargas eléctricas en diferentes partes del cuerpo, sobretodo en genitales
– El balanceo. Colgado de los pies y golpeado en lugares concretos del cuerpo donde el dolor es mucho más intenso.
– La rueda. Estás en una posición central y rodeado de policías que te van golpeando de forma continuada sin poder saber exactamente de donde te viene golpe.
Así era el “modus operandi” del torturador. Retenía al detenido los días que hiciera falta en dependencias de la DGS de Madrid y a partir de ahí, violencia de todo tipo; física y psíquica, apuntar con la pistola en la cabeza, no dejar dormir, negarle agua y comida.
El culpable de todo esto se ha ido al otro mundo por la COVID19; ha sido este virus el que ha implantado justicia humana. La Justicia española sólo ha hecho que tapar esos crímenes una y otra vez. El Estado sigue al servicio de los fascistas, nunca se fueron, ni los echamos. Siguen ahí en los aparatos del Estado, el Ejército, la Policía, la Justicia, en cualquier rincón.
No podemos olvidar donde se envió la Ley de la Memoria Histórica, al baúl del olvido. Las altas instancias de Justicia aplicaron una señal clara cuando se montó la farsa contra el Juez Baltasar Garzón. Lo dijo el Fiscal anticorrupción Jiménez Villarejo cuando se retiró, eso era “aviso para navegantes”, y así ha sido, no ha habido ningún otro juez que se le ocurra mover las fosas comunes que inundan todo el territorio español. En ellas se calcula que pueden haber más de 100.000 españoles asesinados.
Esta desvergonzada realidad ha sido posible por la complicidad del PSOE desde el inicio de la transición. Los pactos para la transición política y la Ley de Amnistía de 15 de Octubre de 1977 le dieron cobertura jurídica para impedir el procesamiento de los criminales del régimen franquista. Llevamos 43 años de olvido. Sí, 43 años sin que ningún partido llamado democrático haya hecho el esfuerzo de clamar reconocimiento para las víctimas, para que su conciencia descanse en paz.
Nuestro silencio colectivo está haciendo resurgir de nuevo la España de la CEDA y la Falange, en sus concepciones estratégicas e ideológicas que hubo en la Segunda República, desde 1931 hasta el levantamiento fascista de gran parte del ejército español contra la república el 18 de Julio de 1936.
Esta memoria olvidada en los planes educativos de la democracia, donde el asesino de Franco es un personaje más de nuestra historia moderna. Esta desmemoria silenciada por las generaciones que vivieron el horror de la Guerra Civil y la postguerra, nuestros padres y abuelos. Esa desmemoria ha hecho posible que 52 diputados de VOX en la más alta institución del Estado, el Congreso de los Diputados, 3,5 millones de ciudadanos han votado por esta opción fascista.
Eso es muy grave. Es el voto más inconsciente de todo el espectro electoral, sencillamente porque no tienen ni idea de lo que estos fascistas de VOX hacen al apoyar, admirar, justificar la etapa desde la Guerra Civil en 1936 hasta el cambio de régimen en 1977, que ha supuesto la página más cruel de nuestra historia del siglo XX, con más de 200.000 asesinatos de españoles. Ignorar la historia ha convertido a estos fascistas en la tercera fuerza política de España.
Para colmo, este individuo recibió cuatro medallas. La primera en 1972; la siguiente en 1977 (en plena transición); en 1980, la tercera y en 1982, la medalla de oro. Todas estas condecoraciones le supusieron un incremento de un 50 por ciento de su pensión por ley. Es decir, mientras se dedicó a dejar secuelas físicas y psíquicas a todos los que pasaron por sus manos, la democracia le consolidó dos medallas y le amplió otras dos con el dinero de todos nosotros. Ha muerto tranquilo, sin que nadie le moleste.