O hace falta que os diga que ésta es una de las situaciones más difíciles a las que se ha enfrentado Terrassa y sin duda la más complicada a la que me he enfrentado yo como regidor. Como también sabéis, los servicios sociales siempre reciben fuerte en los momentos de crisis, porque los más vulnerables son los primeros en caer, siempre.
Nuestra gran suerte es que Terrassa es increíble, está llena de heroínas y héroes anónimos que sin hacer ruido nos regalan una ciudad más justa. Son una legión de buenas personas que nos han inundado con sus iniciativas solidarias, sus ofrecimientos y sus ganas de ayudar, porque aman. Terrassa ama a su infancia y a su gente mayor y sobre todo quiere proteger a sus vecinas y vecinos vulnerables, arropar a quienes más sufren.
Y, ante la lección de humanidad que nos da la ciudadanía todos los días, la política no puede ser cualquier cosa, la política tiene que estar a la altura tomando decisiones, siendo cercana y accesible. No podemos ser políticos fingiendo ser personas, intentando rascar votos utilizando la desgracia y el drama, eso sería algo indigno que no merece la ciudad. Debemos escuchar mucho más de lo que hablamos, con un único objetivo: ayudar. Y así debería ser siempre, no sólo ahora, pero lamentablemente no lo es. Pero no voy a dedicar más tiempo ni palabras a la oscuridad, cuando lo que necesitamos es luz.
Os aseguro que estamos haciendo todo lo posible por encontrarla, creando un espacio para las personas sin hogar, ayudando a personal sanitario buscando mascarillas hasta debajo de las piedras porque no llegaban de quienes debían suministrarlas, buscando protección para las trabajadoras del SAD porque sus empresas no han estado a la altura, repartiendo 4.600 tarjetas de becas comedor y otras 860 de becas merienda puerta a puerta para que las familias no circularan por la ciudad a recogerlas y preparando lotes de comida para quienes peor lo están pasando. Y en la búsqueda de esa luz hemos desinfectado la ciudad, los hospitales y las residencias, pidiendo ayuda a quien hiciera falta, pero empezando con los recursos que hemos podido conseguir porque era una cuestión de vida o muerte, literalmente.
Tenemos muchísimo por hacer. Tenemos que escuchar a la gente que tiene ideas, pero también a la gente que tiene miedo y a la que tiene críticas, así se escucha cómo respira la ciudad.
Tenemos que agradecer el altruismo para que nunca se detenga, tenemos que motivar a quien no puede más y tenemos que decirles a las niñas y niños que se están portando de maravilla.
Tenemos que cuidar a las trabajadoras y trabajadores que han sufrido ERTE y las que se han quedado sin margen de maniobra, velando por sus derechos. Tenemos que velar también por los animales, manteniendo servicios en el CAADC y garantizando que los que viven en la calle sigan recibiendo cuidados y alimentación.
Tenemos que dejar claro a la ciudadanía que los servicios sociales son un derecho y que no pasa nada por recurrir a ellos si los necesitan. Tenemos que acabar con los bulos, los falsos rumores y las mentiras que sólo pretenden generar odio y que nos abocan al miedo.
Tenemos que hacer pedagogía entre las y los inconscientes, tenemos que cuidarnos y cuidar, tenemos que ser nuestra mejor versión.
Pero, sobre todo, tenemos que agradecer a quien nos cuida, a quien nos abastece y a quien no se queda en casa por nosotras y nosotros. Tenemos que hacer todo eso y un montón de cosas más.
Lo que no tenemos que hacer es dejar que la política sucia de siglas y banderas nos lleve con ella al fango, porque para eso no tenemos tiempo. De eso ya hablaremos.