Por muy dolorosas que sean las situaciones y por muy oscuro que se nos muestre el horizonte, siempre hay salida, es cuestión de repensar sobre lo vivido, de tomar fuerzas y querer comenzar de nuevo. Es evidente que nada es fácil de conseguir, máxime en un mundo oprimido por multitud de dominadores, sin escrúpulos, por gentes vacías de latidos, sin alma, viviendo doble vida y encerradas en su espíritu corrupto. Hemos de despertar para poner en juego nuestro libre talante, para reclamar nuestro futuro y para exigir coherencia entre las diversas culturas.
No nos asusten las negras nubes. Quizás tengamos que ser un poco quijotes, pero al final con la verdad como lenguaje entonaremos una renovada estética de originalidad que nos hará renacer, hasta el extremo de tener por bien sufrido lo hallado, pues tras las lágrimas vertidas siempre germinan unos labios que nos comprenden.
En efecto, más allá de cualquier circunstancia, tendremos una nueva oportunidad de enmendar errores y de liberar dolencias, de inducir otros caminos y de hacer otras andadas, persistentemente hacia adelante. Esta sana inquietud es la que nos estimula a crecer y a no quedarnos ensimismados en la indiferencia. Somos personas en activo mientras tengamos vida y, por muy grandes que sean las caídas, hemos de levantar la cabeza y volver a recomenzar, aunque para ello debamos salir de nosotros mismos, abrir nuestras pupilas, prestar atención a la escucha y concentrar el ánimo en compartir el camino.
La cuestión pasa por ilusionarse cada día, por madurar con el paso del tiempo, por sentir la fusión entre semejantes, por desarrollar nuestra fuerza vinculante entre colectivos humanos. Tal vez sea saludable despojarnos de todo pesimismo y ponernos en auténtica acción con nuevos bríos nacientes. Hay que exigir políticas gubernamentales sensatas. Portugal, Chile, Irlanda, Kenia y Costa Rica han realizado fuertes inversiones en energías renovables y lograron importantes avances en la reducción de sus emisiones de gases contaminantes. En la misma dirección responsable, la Unión Europea ha estado a la vanguardia de la acción climática mundial, negociando un marco internacional inclusivo para responder a este desafío, mientras actúa a nivel nacional con acuerdos, rapidez y decisión.
Son precisamente estas actitudes de firmeza y sensatez las que nos llevan a sentirnos cercanos, a actuar en bloque para que el sueño existencial pueda cobijarnos a todos. Fuera ese mundo privilegiado, egoísta, incapaz de madurar en esa búsqueda conjunta, en la que nadie puede ser aislado. Nos necesitamos, cada cual desde su misión, y, si a la juventud no le puede faltar esa utopía que derriba fronteras para soñar ensamblados, nuestros mayores son pieza fundamental por su historia vivencial, verdaderamente sabia, que nos impedirán caer en los mismos errores de antaño. Al fin y al cabo, cada corazón humano es imprescindible para impulsar esa cultura del abrazo y desterrar, por siempre, ese culto excluyente que nos dilapida toda esperanza.
Pongámonos, por tanto, manos a la acción. Miremos ese árbol florecido que se balancea dulcemente al soplo de las utopías, mientras trabajamos esperanzadamente por dejarnos acompañar, haciendo familia, más allá de las ideas. Lo importante es unirse y reunirse, con cierto entusiasmo y buena dosis de paciencia, porque conciliados se puede afrontar todo. Cuidado, eso sí, con salidas cobardes como son las rivalidades, o aquellas insensatas revoluciones que se promueven en los callejones sin salida. No retrocedamos a precipicios horrorosos. Mantengámonos en lo armónico.