El pasado miércoles 23 de octubre tuvimos en Terrassa las primeras jornadas de trabajo social y sanitario. Un lugar de intercambio de conocimiento, de reflexión y en definitiva de crecimiento interprofesional.
Entre las personas que asistieron, una muy especial, muy crítica y con una visión sobre los servicios sociales que todo el mundo debería leer o escuchar. El señor Fernando Fantova, al que doy las gracias por ayudarnos a pensar sin miedo y sin barreras. Nos decía que los servicios sociales no pueden seguir siendo el camión escoba que todo lo recoje. Tenemos que pensar un poco más allá.
Dos días después, un regidor de la oposición, en referencia al precio del autobús, decía que el precio del autobús no es un problema y, que si hay algún problema, "para eso están los servicios sociales".
Yo me pregunto: ¿para qué?, ¿para todo lo que sale mal? Creo que es más fácil intentar de inicio que las cosas no salgan mal. Todas las puertas de aquello que no funciona llevan a los servicios sociales, sin que nadie se pare a pensar en el camino de vuelta. Sin que nadie se pare a pensar en que nada salga mal.
La diversidad y el volumen de situaciones extremas acaban con cualquier plan de trabajo y, a veces, parar el golpe es todo lo que se intenta hacer. Es hora de que veamos que parando golpes no se avanza. No es nada nuevo que el sistema está flaqueando en recursos, y que cada vez hay menos formas de responder a la desigualdad. No hay vivienda, el trabajo es precario y la paciencia se acaba. El trabajo conjunto y la generosidad de los diferentes servicios de la administración van a ser imprescindibles. Por eso es importante que, de una vez, todos los caminos que llevan a servicios sociales tengan también un camino de vuelta, y que esas puertas que decimos puedan ser también de salida.
Necesitamos que todo lo que hagamos sea accesible e inclusivo de inicio, para no tener que dejar siempre gente atrás, confiando en que otras lo arreglarán. Hasta ahora parecía que había un lugar para toda aquella gente que no ha superado las barreras del sistema, en el que profesionales atendían situaciones imposibles y las salvaban. Otra dimensión. Esto podía tener sentido cuando el porcentaje era residual, hace bastantes años, pero en 2018 atendimos a 41.749 personas. Casi una de cada cinco personas de la ciudad.
Se han intentado contener los efectos de la crisis pero, no nos engañemos, ha quedado una sociedad en la que el 20 por ciento de los trabajadores son pobres y, aunque siempre sufren más los que menos tienen, el colapso no va a seleccionar sectores o clases sociales, nos va a afectar como sociedad al completo, porque sin justicia social no hay paz. Por ello hago un llamamiento, para que desde la administración local y desde fuera de ella, de ahora en adelante, pensemos más que nunca en hacer las cosas de forma que nadie quede fuera. No es una crítica, es una súplica.
Es vital que todo el mundo, y digo todo el mundo, piense en aquellas personas que necesitan un empujón, porque la otra dimensión ya tiene overbooking, y se creó para trabajar dedicando atención especial a unos perfiles especiales. Cultura, movilidad, urbanismo, sostenibilidad, recaudación, contratación, vivienda, salud, ocupación, turismo, deportes, economía social y todos los servicios que me dejo deben hacer crecer ahora más que nunca su visión social, haciendo todos sus movimientos con una fórmula que no deje gente rezagada. Por suerte, me consta que este gobierno está por la labor, y me enorgullezco de ello.
Es importante que rescatemos a quienes un día el sistema envió al pozo, y que lo hagamos de la mano, porque así el peso quedará repartido, y el colapso no podrá con nosotros. Luchemos por una ciudad del todo justa.