La preocupación por la constante despoblación del mundo rural y alguna dedicación a la repoblación del mismo medio van estando cada vez más presentes en los medios de comunicación y en la agenda de algunas autoridades.
Preocupa pensar que ambas funciones, tan complicadas como lentas en su consecución, se vean obligadas a convivir, en determinadas y cada vez más extensas zonas, con históricos enemigos del hombre y su medio de vida.
Es difícil de entender que se hayan dedicado tan enormes presupuestos a la reimplantación del oso y últimamente del lobo, animales de los que el hombre tuvo que defenderse a lo largo de la historia, y, ahora, porque a un porcentaje ínfimo de la población le cae simpática la idea de "verlos de lejos", el hombre que aguanta ya no pocas dificultades y sigue poblando extensas zonas, por lo general inhóspitas y con malos servicios, tiene que perder el sueño, siempre pendiente de "la bondad" de tan simpáticos animales.
Y el resto de ciudadanos vamos pagando el capricho de que el lobo, al entrar en un redil, mate directamente cuatro o seis ovejas, pero cincuenta, cien o más sean ellas mismas las que, aterradas, se estrellan unas contra otras. Y el pastor me imagino que, cada mañana, al irse acercando al rebaño, se le arrugaran las partes más sensibles de su cuerpo.
Tan simpático animal se introdujo inicialmente en los Monegros, pero su gran movilidad está haciendo que sea visto, y sufridas sus consecuencias, a grandes distancias de donde se implantó.
Vienen siendo costosas las aventuras de nuestros osos con variados animales y, como eran poco salvajes los nuestros, se les añadió uno famoso de importación, de nombre Goliat, como si quisiéramos que les enseñase a los compañeros a devorar caballos, vacas y ovejas en un santiamén.
La solución a aplicar con tan simpático plantígrado lleva meses debatiéndose, y va entre gastar dinero y tiempo para intentar enseñarle mejores costumbres o expulsarlo. En caso de esta última solución, serán nuestros vecinos quienes padezcan sus salvajadas. ¿No nos podrán pedir responsabilidades? Me imagino que a los simpatizantes les dará igual, ya que saben que su hobby lo pagamos todos.
Es un solemne disparate que los caprichos de reducidos grupos de ecologistas, por lo general residentes en ciudades, se empeñen y logren amargar la vida de gentes que ya tienen bastante con dar vida y cuidar las zonas más entrañables de nuestra naturaleza. ¿No podrían incorporarse e imitar el plan de vida de quienes los padecen?
La semana pasada hubo una muy seria manifestación en Ansó, para pedir al gobierno de Aragón soluciones rápidas y eficaces contra los desastres que lobos y osos provocan en su ganadería, y que tienen a la población "en un sinvivir".
Me queda comentar la gestión que se lleva a cabo con dos animalillos más: el buitre, que en su justa medida siempre fue beneficioso y que hoy, con mucha menos carroña a su disposición -sería suficiente una ínfima parte de lo que se alimenta, ahora aquí, ahora allá-, también ataca desde terneros en Navarra hasta cochinillos pata negra en Extremadura.
Y, por último, no se actúa contra otro peligro que se multiplica a gran velocidad, destroza cosechas, provoca no pocos accidentes y hace que en grandes poblaciones como Barcelona la Guardia Urbana haga el ridículo cada noche, porque no está autorizada más que a "empujarlos" hacia los bosques del Tibidabo. Resulta un show penoso ver cómo varias patrullas de la Guardia Urbana, en coche, tratan de que los marranos suban hacia la montaña, siguiéndolos incluso por calles contra dirección, lo que provoca sustos y problemas a no pocos conductores.
En este país, quebrado y con hambruna en miles de familias, no se entiende el despilfarro en determinados temas y, aunque nos quejemos de los políticos, aquí derrocha cualquier grupo al que se le proporcione atribuciones y presupuesto.
Sobran en nuestro país inmensas zonas desérticas que, puestos a considerar imprescindible su presencia, podrían ser dedicadas a los más dañinos, dejando en paz a quienes prefieren trabajar que estar permanentemente en guardia.
Total que, con los animales más inútiles y perniciosos, se nos van cifras que no conoceremos pero que deberían servir para ayudar al único ser que, con su presencia y labor, contribuye a la repoblación de múltiples especies que también están desapareciendo, son inofensivas e incluso colaboran en la lucha contra gran número de plagas.
Jugamos a demócratas, pero hay minorías que, con sus caprichos y seguro que con simpatías en el poder, "machacan" a la mayoría, haciendo que esté siempre en vilo, cuando deberían ser ellos los que se organicen su propio territorio, teniendo ya bastante con los problemas que deben superar.