Casi había que pellizcarse para dar crédito a lo vivido en el programa de Antena-3, durante más de dos años. Que un equipo de personas sin preparación específica, que tampoco les serviría, y además tampoco existe carrera, centro o equipo de preparación alguno que pueda abarcar tal cantidad de temas, puedan llegar tan lejos en un concurso resulta francamente gratificante y casi increíble. Por el camino quedó el más lobo de todos ellos, que alimentaba su cerebro por el placer de leer y quizás más por la avidez de aprender, mientras ejercía de vaquero, su profesión de toda la vida.
Se han llevado el premio mayor de todos los repartidos jamás a nivel mundial, y parte de sus admiradores no les tienen envidia por ello, sino por esa gran sabiduría que nos han demostrado.
Ha sido uno de los pocos programas que, desde hace mucho tiempo, hemos podido ver lobos que nada han tenido que ver con la chabacanería, la tendenciosidad política, el chismorreo o aquellos que necesitan fabricar escándalos constantes y crecientes, porque realmente es lo que más se paga y se ve. Sus responsables son lobos que dan dentelladas continuas a las buenas costumbres, la educación, la ética y la moral.
No se salvan siquiera las programaciones realizadas en horarios con audiencia mayoritariamente infantil ni los programas específicos para menores, cuya violencia es tan deleznable que sus responsables pueden ser calificados como lobos infanticidas.
Por ser tantos y tan feroces en sus ataques, a todo aquello que ha caído bajo sus fauces, incluiremos como manada nacional a todos aquellos políticos, allegados, empresarios sobornadores e incluso esa parte de la justicia tan moldeable e incluso olvidadiza según quiénes sean los imputados, con mención especial a cuantos fiscales terminan ejerciendo de defensores.
Lobos insaciables los que existen en el mundo del fútbol, y en especial todos aquellos que intervienen en los millonarios fichajes de jugadores. Da vergüenza saber cómo ha concluido recientemente un juicio, donde estando probado el delito se indulta al culpable porque llevó a cabo sus millonarios mordiscos a través de una sociedad que tenía por objeto social todo aquello que a su nombre sería delito. Tras cumplir 22 meses de prisión preventiva, es puesto en libertad, debiendo indemnizarle por el tiempo permanecido en prisión.
Podríamos alargar la relación, haciéndola interminable, añadiendo incluso a aquellos que se han empeñado en reintroducir osos, lobos y diversos acompañantes que hacen la vida imposible a los seres humanos que venían aguantando en esas zonas del territorio que han dado en llamar la España vaciada. Gasto inmenso, daños económicos importantes que pagamos todos y daños morales difíciles de valorar, a unos habitantes que, a su ya difícil y poco rentable hábitat, se les añade estar en tensión permanente, mientras los partidarios de tales experimentos se divierten, viven opíparamente y se multiplican sin cesar. Y no podemos olvidarnos aquí de unos lobos insaciables, que no es que hayan aparecido ahora, puesto que en nuestro mundo político los hemos tenido en todo tiempo y lugar, pero quiero cerrar este artículo nombrando lobos hambrientos a todos esos sinvergüenzas que, recién elegidos en las municipales, no pueden pasar de largo la primera sesión sin subirse de forma escandalosa sus propios sueldos. ¿Lo llevarían en la campaña electoral?
Somos un país en el que tenemos "manadas" de lobos que parecen reproducirse a medida que son publicadas sus salvajadas, manadas de lobos ejerciendo lo que llaman política, buena parte de ellos sin formación alguna y que en realidad no han hecho más que dar dentelladas a cuanto les ha rodeado y en especial al sistema, a sus contrincantes, al dinero de todos e incluso a las normas más sagradas.
Y también tenemos manadas de borregos que se dejan llevar de consignas populacheras y sin atisbo de razomiento, réplica bastante fiel de cuantos se pegan a programas escandalosos, deformadores de la necesaria dignidad, ética, urbanidad…, cuyos lobos directores saben bien las bochornosas preferencias de la audiencia.
Lobos en los servicios públicos mas variados, no sólo por las dentelladas que atizan al sistema vía comisiones por permisos de instalación, por favores que retornan con las puertas giratorias, sino además por haber dejado de prestar servicio a la clientela, para que esté totalmente desinformada, haciéndole conectar a contestadores infernales y más liantes que clarificadores.
Por ser tantos y tan feroces en sus ataques a todo aquello que ha caído bajo sus fauces, incluiremos en una gran manada nacional a todos aquellos políticos, allegados, empresarios sobornadores e incluso buena parte de la justicia, de las más altas jerarquías del Estado y de toda una pléyade de mediadores especialistas en el trasiego de "sacas".
Ha sido una suerte que nuestros sabios televisivos hayan ejercido con ese nombre, pues el lobo natural, siendo animal peligroso, lo es sólo para proporcionarse el sustento. La relación antes citada es más perniciosa porque nunca se conforma con su subsistencia, aparte de provocar graves problemas en todo cuanto le rodea.
Hemos tenido la suerte de poder disfrutar de los únicos lobos honestos conocidos en nuestro país. Su sabiduría y el enorme premio conseguido les permitirían organizarse un plan de vida relajado, pero seguramente no sabrán pasar sin seguir con la búsqueda de temas desconocidos y, quién sabe, si nos proporcionarán nuevas veladas placenteras.
En plan más modesto, TV2 tiene un concurso desde hace muchos años, que con el nombre de "Saber y ganar" es un digno lobezno, divertido y de ingresos elevados para los inteligentes. Lástima que se lleva a cabo en horario escolar.
No es que nos quepan grandes esperanzas de que nuestra infancia y juventud traten de imitarles participando en concursos similares, pero bueno es que existan algunos en que el saber sea incentivado, frente a la mayoría de los restantes, donde se prima el escándalo, las malas formas, la grosería… La gran competencia desatada en los medios audiovisuales, en los últimos años, ha conllevado grandes éxitos de audiencia, pero una gran desgracia para el conjunto del país, y no se salvan ni los medios públicos, que podrían y deberían combinar una gran labor de entretenimiento y educación.