Opinió

Un clásico

Empieza hoy un clásico del verano, las pruebas de acceso a la universidad, la tradicional selectividad que se convierte en el centro de atención de más de setecientas familias terrassenses, alguno de cuyos miembros se enfrenta al que probablemente será uno de los momentos más importantes de su vida, para bien o para mal. Cuando decimos mal, no nos referimos tanto al hecho de aprobar o no; de hecho, el porcentaje de aprobados que se registra cada año supera el 95 por ciento, sino a la nota que permitirá a muchos alumnos acceder a los estudios soñados o bien a encaminar sus vidas por caminos ignotos al no conseguir la nota exigida.

Sí, la selectividad es en estos momentos mucho más el filtro que permite ordenar el acceso de los estudiantes a la universidad que cortar el paso. No se trata de minimizar su dificultad, no es un examen fácil, los alumnos lo afrontan con mucha presión, conscientes de lo mucho que se juegan, pero, como decíamos anteriormente, el índice de aprobados es muy elevado. El que obtenga una media de aprobado entre la nota de selectividad y la obtenida en bachillerato conseguirá el derecho a matricularse en la universidad, pero no en cualquier facultad, sino en la que su nota le dé derecho. Es por ello que muchos alumnos, en previsión de que su futuro se puede dirimir por culpa o gracias a una décima de punto, optan por presentarse a los exámenes optativos que permiten subir nota. Esa es la gran cuestión de la selectividad, si los estudios escogidos te permiten presentarte con una cierta relajación o necesitas una nota excepcional si quieres entrar en medicina, aeronáutica, biotecnología o en un doble grado de esos que ahora están tan de moda.

Los exámenes durarán tres días y seguramente no escaparán a la polémica. Casi siempre hay un examen que resulta controvertido porque sorprende a los alumnos por su dificultad o por un planteamiento imprevisto. En Valencia, la semana pasada, se produjo una situación de ese tipo con el examen de matemáticas, que provocó la queja de centenares de alumnos y una recogida de firmas solicitando un nuevo examen.

Por otra parte, cabe destacar, también como siempre en los últimos años, lo útil que resulta para los estudiantes y la gran aceptación que tiene la ampliación de horarios de la biblioteca para estudiar en época de exámenes. Quizás estaría bien potenciar la iniciativa.

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