Las elecciones municipales de 2019 en nuestra ciudad han sido un fracaso desde la perspectiva de la representatividad del conjunto de la población. Hace cuatro meses (en febrero) ya hablé del conflicto generado por Terrassa en Comú con los partidos que le dieron el nombre, y los medios para conquistar seis concejalías encabezadas por Xavi Matilla.
En esa tribuna que me publicó este diario ya intenté explicar el problema de dónde venía, y ahora los hechos me dan la razón. De esta situación hay que hacer una reflexión muy profunda y muy crítica, porque Terrassa no se merece que durante cuatro años no haya ni un solo representante de los comunistas terrassenses. Hecho que no había pasado desde las primeras elecciones municipales del 3 de abril de 1979. Esa Terrassa conocida internacionalmente como Terrassa "la Roja", de la cual fue un brillante exponente el dirigente del PSUC Cipriano García , vecino de Ca n’Anglada, diputado en el Congreso de los Diputados y dirigente de CCOO durante toda su vida. Represaliado por el franquismo, torturado y encarcelado ocho años por defender la democracia y los derechos de las personas. Cipriano y tantos otros que nombrarlos significaría llenar muchas páginas de este artículo hicieron lo que hicieron desde el convencimiento de su responsabilidad, y desde la unidad de lucha por un objetivo principal que era derrotar el fascismo de nuestro país.
El 3 de abril de 1979 hubo las primeras elecciones democráticas para gobernar nuestro Ayuntamiento, donde concurrieron diversas organizaciones políticas con el siguiente resultado según número de votos: PSC, 10 concejales (22.244 votos); PSUC, 9 concejales (22.066 votos); UCD, 4 concejales (10.877 votos); CiU, 4 concejales (10.877 votos), y otras organizaciones varias (13.005 votos), entre ellas había la LCR (1.143 votos) y la OCE (BR)+PCE VIII-IX (1.039 votos).
En total, hubo 24.248 votos comunistas, los cuales, sumados en una sola propuesta, habrían sido mayoría en Terrassa. De esa realidad hemos pasado a la desaparición del panorama político terrassense.
El 26-M de este año se presentaron dos alternativas municipalistas que nacieron de una sola matriz y que en cuatro años se han clonado en algo indefinido y a la vez coincidente parcialmente en su oferta a la ciudadanía, eran TeC y el resto (ICV+EuiA+Podem).
Dos propuestas que por separado han recogido 4.636 votos (TeC) y el resto, ICV+EuiA+Podem, 3.511 votos, que por separado ha significado concejales cero, y juntos habrían significado cuatro concejales.
¿Por qué ha pasado esto? Deberían explicarlo con la mano en el pecho las dos organizaciones, pero sobre todo los de TeC (candeleros), que se cerraron en banda frente a las organizaciones cuya paternidad ejercieron durante el parto.
A esto hay que añadir a la CUP, que tampoco ha sacado ningún concejal, pero sí le han votado 3.434 votantes terrassenses. La voz de la izquierda ha desaparecido.
Podríamos preguntarnos ¿por qué todos y todas las que votamos comunista, o algo parecido a ese objetivo transformador, hemos permitido llegar a esta situación?
¿No será que la "nueva política" está haciendo aguas? Porque realmente se ha convertido en madriguera de aquellos que también quieren perpetuar esa estirpe ciudadana, o será que ese concepto de alto grado de descafeinado ideológico no lleva a ninguna parte.
Creo que hay dos factores básicos para no caer en este pozo sin fondo. Uno es la ideología con proyecto político a medio y largo plazo y el otro, la implantación en la sociedad civil. Ahí es donde la "nueva política" se pierde.
¿Por qué permitieron encabezar la candidatura de los otros (ICV+EuiA+Podem) a Eugenia López? Una persona que no es conocida en los frentes de lucha ciudadana, puede que no tenga nada de activista. Podemos es eso en Terrassa, desde su implantación, en el 2014, a sus miembros no se les ha visto por ninguna parte, y de los fundadores de la organización, los que había en el 2014, que se incorporaron a los frentes ciudadanos, hace un tiempo que abandonaron Podemos.
Creo que los hechos hablan por sí solos. Ahora es el momento de reflexionar. Creo que ha llegado el momento de decir las cosas por su nombre. De todos los frentes abiertos, todos aquellos que han aceptado la realidad limitada de su hacer, donde los problemas no sólo perviven, sino que van en aumento en las tareas que a ellos les identifican en los frentes activos, están con una participación ciudadana casi inexistente. Mientras otros, como la lucha por las pensiones dignas, siguen ahí vivos cada semana.
Menos Parlament Ciutadà y más trabajo en la calle. Eso es lo que debemos asumir. Eso es lo que la lucha nos enseña. Las lacras del sistema perviven porque no llegamos siquiera a ser un grano en el culo de los que nos ignoran.
Debemos cambiar las formas y los objetivos. Sólo así, y estando organizados en un solo frente de lucha ciudadana, podremos caminar, estos cuatro años, hacia la recuperación de la representación institucional. Emplazo a todas esas personas que siguen ahí en su limbo ideológico que se sumen a las necesidades de la calle.