Los resultados de las elecciones municipales en Terrassa dan para mucho,. La semana pasada destacábamos la enorme sorpresa que significó tanto la victoria arrolladora del nuevo partido de Jordi Ballart como la inesperada debacle de Terrassa en Comú, que pasó de tener seis asientos en el pleno a desaparecer de la política institucional terrassense.
La desaparición de TeC, al margen de cualquier consideración de carácter ideológico significa la pérdida de un activo político para la ciudad. Decíamos que su desaparición ha sido sólo comprable a la que protagonizó Esquerra Republicana en 2011, que pasó de tener cuatro concejales en el equipo de gobierno a no tener ningún asiento en el pleno. Convergència Democrática también sufrió un descalabro importante en 2015, perdiendo, de la misma forma, seis concejales, pero todo y que el resultado fue muy negativo, el partido no perdió del todo su representación municipal y mantuvo tres concejales.
Pero el de TeC no ha sido el único activo que ha perdido la ciudad en estas elecciones. La CUP llegó a la política institucional terrassense en 2015 con Maria Sirvent como cabeza de lista. En las elecciones del 21 de diciembre de 2017, Sirvent fue requerida por su partido para ocupar un lugar en la lista al Parlament, por lo que ha sido Marc Medina quien ha acabado el mandato como concejal en el Ayuntamiento de Terrassa. Lo que ha ocurrido con la CUP o lo que ha pasado con TeC es un claro ejemplo de que no siempre existe una relación proporcional entre la dedicación y compromiso de los partidos y el eco que encuentra su trabajo entre el electorado.
La CUP, también al margen de cualquier reflexión en torno a su ideología, ha realizado una gran labor en torno al debate político de la ciudad, participando y preparando en profundidad los plenos municipales.
Algo parecido podemos decir también del Partido Popular, en el otro extremo de la sala de plenos. Álex Rodríguez, que presentó inmediatamente su dimisión como consecuencia de los malos resultados está considerado en la ciudad como una cara amable, centrada y racional de la derecha terrassense y su trabajo a lo largo del mandato no se ha visto compensado en las urnas, al ser un partido en descomposición en Catalunya ¿Quiere ello decir que debamos poner en cuestión los resultados de unas elecciones democráticas? De ninguna manera, pero sí poner de manifiesto que la democracia tiene una cara ingrata y que no siempre ofrece una respuesta positiva al trabajo bien hecho.