Los ciudadanos de Terrassa tenemos una cita con las urnas el próximo 26 de mayo. Una cita que llegará permaneciendo sin cerrar las heridas provocadas por una de las mayores crisis económicas de nuestra historia y en un contexto catalán que sigue instalado en la parálisis provocada por la Generalitat. En definitiva, una crisis general a la que se suma en nuestra ciudad el agotamiento de un modelo político envejecido después de cuarenta años, incapaz de superar inercias y vicios que resultan un lastre que impide mirar al horizonte con optimismo. Esa falta de proyecto se manifiesta con la pérdida de oportunidades en la industria, en las dificultades del comercio de proximidad, en el acceso y calidad de nuestro sistema sanitario y educativo, en el bajo aprovechamiento de nuestro impulso cultural y deportivo como marca de proyección exterior, por la indolencia en la política de planificación de los servicios públicos municipales, etc.
En los últimos cuatro años, hemos sufrido el aumento de los impuestos y tasas que el gobierno municipal ha realizado sin que la limpieza haya mejorado o el acceso a la vivienda se haya facilitado. La administración no ha sabido adaptarse a las nuevas demandas y esa parálisis se ha manifestado en la incapacidad para abordar un nuevo urbanismo que responda a la necesidad de vivienda asequible, la transformación estratégica de la ciudad, la dignificación de las rieras o la modernización de nuestros polígonos industriales. Los servicios públicos están constantemente en crisis con un servicio de limpieza que ha sido reprobado social y políticamente por primera vez en la historia. La gestión del agua está judicializada por una obcecación demagógica que puede costar sesenta millones a los contribuyentes, no se ha abordado con seriedad la digitalización interna del Ayuntamiento y no se actúa de manera coordinada con otras administraciones para que el gasto social sea suficiente y eficaz.
En el GM de Ciutadans en esta legislatura hemos puesto el foco en la creación de empleo, con propuestas que han mejorado la atención de los parados de larga duración e impulsando políticas de formación ocupacional. Además hemos sido decisivos en la mayor inversión en la historia, que ha mejorado el transporte público incorporando por primera vez vehículos ecológicos. Hemos alentado reformas para dinamizar el comercio, iniciado y apoyado denuncias sobre listas de espera o la atención de urgencias en nuestros hospitales, proponiendo estrategias para mejorar el acceso a nuestros colegios y en la lucha contra la segregación escolar, hemos pisado el terreno y acompañado a entidades asociativas, deportivas y culturales para poder trabajar una marca de ciudad que nos abra no sólo a Catalunya, sino a España y al mundo.
Nos hemos opuesto a la subida de impuestos, hemos denunciado que las prioridades del Ayuntamiento debieran ser aquellas que fomenten la actividad y no las que respondan a intereses clientelares. El tiempo ha demostrado que estábamos en lo cierto en nuestra crítica al modelo político de gestión, y por eso la limpieza o el acceso a la vivienda han continuado a la deriva. No nos hicieron caso cuando dijimos que había que abordar una revisión urbanística. Esa negación hizo necesaria una política de parcheo de la ciudad ajena a una mínima planificación integral e integradora de la trama urbana, impidiendo la construcción de vivienda social, haciendo que la ciudad siga de espaldas a sus rieras o arrastre los pies en la oferta de espacio para las industrias del futuro. La justicia también nos ha dado la razón sobre un proceso de municipalización de la gestión del agua que no era una demanda ciudadana y que, si no se pone remedio, puede costar una media de 1.200 euros por familia.
Mi compromiso con Terrassa tiene como único objetivo mejorar el bien común desde la confianza que da el conocimiento del día a día de nuestros conciudadanos y la actividad de nuestro Ayuntamiento. La valentía por liderar un proyecto político centrado en los problemas reales, el interés general y la regeneración y rejuvenecimiento de la política local, y ofreciendo la posibilidad de un futuro distinto gracias a un Ayuntamiento que se transforme en un motor que ponga al descubierto todo el potencial de conocimiento, innovación y participación de la Terrassa del siglo XXI. Ese compromiso no se puede conformar con hacer un Ayuntamiento nuevo, sino un nuevo Ayuntamiento que sea transformador, colocando la administración al servicio de ciudadanos y empresas, dando el protagonismo a las áreas de transición digital, la innovación y el urbanismo como ejes dinamizadores. Que sea eficiente, con el dinero de los ciudadanos bajando la tasa de vados en un 20% y adaptando la fiscalidad a familias y empresas. Que sea eficaz, en la provisión de los servicios, en colaboración con el sector privado, para conseguir la excelencia al mejor precio, en la limpieza con un plan de choque o con la construcción de vivienda a precio asequible. Un nuevo Ayuntamiento que sea sensible con lo que incide en la calidad de vida de los ciudadanos, y especialmente con aquellos colectivos más desfavorecidos, más allá de obligaciones competenciales. Que genere valor en la explotación de las potencialidades de la primera ciudad del Vallès y una de las más importantes de España. El apoyo a nuestras empresas, comerciantes y autónomos, maestros y alumnos, artistas y deportistas, jóvenes y trabajadores es la política que puede generar riqueza, aumentar la financiación de las políticas públicas sin descansar en el bolsillo del contribuyente, mejorar los servicios que se prestan a ciudadanos y empresas, disminuir las desigualdades y multiplicar el valor de nuestro trabajo.
* El autor es alcaldable de Ciutadans en Terrassa