Opinió

Izquierda en femenino

El panorama político de cara a las próximas elecciones generales y municipales se presenta especialmente complejo en nuestra ciudad. A la brecha divisoria creada en torno al tema del independentismo, en Terrassa se le suma un escenario entre las fuerzas de izquierdas difícil de comprender desde el punto de vista ciudadano. La cansina y repetida frase de la división de la izquierda como telón de fondo en demasiados procesos electorales es un clásico a evitar.

Como secretaria general de Podem Terrassa, parto de la necesidad de actuar como representante de una fuerza política que apuesta por la construcción de amplias mayorías que sumen y puedan convertirse en verdaderos motores del cambio. Tenemos la responsabilidad política y ciudadana de contribuir a la construcción de una verdadera izquierda del cambio que supere la lógica de los partidos y priorice nuestro objetivo común: la mejora de la vida de los y las egarenses. Además, como mujer me gustaría añadir una lógica más, la femenina.

Me aproximo a este complejo escenario desde Podemos, un partido que apuesta por concurrir a las elecciones por mandato asambleario, preferentemente junto a otras fuerzas de izquierdas progresistas y del cambio. Pero también me asomo a este panorama desde mi condición de mujer. La izquierda, en cuanto a valores, debe ser esencialmente feminista y femenina. Solidaridad, empatía, pacto, cuidado, escucha, inclusión, reconocimiento del otro, cesión, bien común, cohesión, dialogo, concesión… Todas ellas son características que deben ser inherentes en la feminización de la política.

La construcción de un escenario amplio, inclusivo, donde todos los actores se sientan cómodos, representados e incluidos es la mirada de Podemos, pero es también una mirada femenina. Vertebrar un espacio de unidad, donde todas las voces se sientan escuchadas y reconocidas, es una necesidad compartida por los diferentes actores de izquierdas y por las mujeres sea cual sea su ideología política. La cuestión feminista en este caso va más allá del reclamo de la paridad, es el reclamo de lo femenino como constructo, como instrumento de cambio en cuanto a suma, en cuanto a priorización del bien común por encima del propio. Porque el bien común revierte siempre sobre el bien individual, pero desde ese orden y nunca al revés. Es algo que nosotras conocemos muy bien, ya que es así cómo construimos siempre desde nuestro espacio particular e íntimo.

Después de una nueva jornada histórica de movilización feminista el pasado 8 de marzo, me animo a reivindicar los valores y roles de la mujer en la esfera política. Una esfera a la que tradicionalmente tanto nos cuesta acceder, no sólo en número sino también en su formato del rol femenino. Las mujeres, condicionadas por un acceso al mundo laboral sin haber sido liberadas de las cargas familiares, no tenemos tiempo para la política pública: o los niños son pequeños o los padres se nos han hecho mayores. Y la responsabilidad de asumir los cuidados de unos y otros demuestra nuestra gran capacidad "política", pero sólo de puertas para adentro. Planificar, organizar, acordar, consensuar, ceder, priorizar, comprender y proyectar es el potencial que debemos aportar hacia la gestión de lo público.

Hoy en día, una sociedad moderna, abierta, democrática, plural e igualitaria no puede permitirse construir proyectos políticos y públicos sin la presencia determinante de las mujeres. Y mucho menos en los espacios de izquierda. Un Consistorio de 27 regidores con sólo 7 mujeres es un síntoma. La práctica ausencia histórica de mujeres alcaldables en nuestra ciudad es otro. Reivindicar una fuerza del cambio sin poner en valor nuestra fuerza y presencia como motor es una falacia.

La izquierda del cambio en Terrassa, la izquierda de los espacios mayoritarios y de consenso, ha de tener nombre de mujer.

Sólo así será verdadera izquierda, será verdadero cambio y, por fin, nos representará a todas.

 * La autora es candidata de Podem Terrassa a las elecciones municipales

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