La gestión del agua en Terrassa ha pasado de la empresa privada Mina a la empresa pública Taigua. Un cambio de raíz político-populista que nunca obedeció a la resolución de ninguna problemática: era un servicio bien valorado, funcionaba bien y disfrutábamos de la cuarta tarifa más barata de Catalunya. En Ciutadans siempre nos opusimos a ese cambio en nuestra ciudad porque, más allá de la infantil denuncia de que las empresas privadas ganan dinero por su trabajo (¿?), está por demostrar que los defensores de la municipalización acierten en que el servicio mejorará en el futuro como han prometido y que la gestión será más transparente. En Ciutadans estamos con todos los ciudadanos y ciudadanas que quieren ver que sus impuestos se dedican a que los servicios públicos funcionen bien y punto.
En mi casa ya he recibido la primera factura. Exceptuando que el logo de la cabecera es diferente, no advierto ningún cambio significativo ni en el servicio en general ni en la calidad del agua que sale del grifo. Esa normalidad es presentada por el equipo de gobierno como un gran logro (¿?). De hecho, así se trasladó en la última reunión de trabajo sobre Taigua con todos los grupos políticos del Ayuntamiento. No negaremos que el traspaso ha tenido dificultades, pero pensamos que se han resuelto razonablemente bien, como el hecho de subrogar alrededor del 80% de la plantilla con un alto índice de satisfacción.
Pero hay cosas que no son visibles a primera vista, cosas que abundan en la idea de que el Ayuntamiento no estaba suficientemente preparado para el cambio. Y ese cambio a una empresa municipal empieza a adolecer de los males que se denunciaban cuando estaba en manos privadas. La cuestión de que Taigua haya tenido que subcontratar a Mina los locales, el sistema informático, los laboratorios, parte del suministro del agua, la tele-lectura de contadores o el conocimiento para elaborar un plan director son pruebas más que evidentes de la indolente gestión política del PSC en este tema, y en otros. Municipalizar para luego volver a entregar a la misma empresa de siempre parte del servicio, en principio durante cinco años a cambio de casi 1,5 millones de euros (¡sólo en 2019!), no parece muy eficiente.
A lo anterior se suma que en el nuevo consejo de administración de Taigua sólo hay cuatro sillas reservadas para los grupos políticos (cuando en el Ayuntamiento hay siete fuerzas que representan a la totalidad de los ciudadanos). Este hecho adquiere categoría de gravedad (o escándalo) cuando precisamente el portavoz de los Comunes de TeC (él sí, miembro de ese consejo de administración) alardea de la bondad de los currículos de los candidatos al puesto de gerente de Taigua, una información confidencial compartida supuestamente en ese consejo. Una información tan delicada y comprometedora que incluso esta circunstancia descrita podría ser causa de impugnación por los aspirantes que no hayan sido seleccionados.
En resumen, a mi casa sigue llegando el agua con normalidad. Y espero que siga así en el futuro y que pronto podamos beneficiarnos como usuarios de un mejor servicio, que las tarifas se mantengan, que no tenga que seguir reparando electrodomésticos por culpa de la cal y que deje pronto de comprar agua envasada. En cuanto a las "entrañas" de la nueva empresa municipal, hay que fiscalizar precisamente las promesas sobre el servicio y su gestión a pesar de las trabas con las que nos encontramos. Y, por supuesto, seguir denunciando a los partidos que hicieron bandera de la transparencia de la nueva empresa y, sin embargo, se han repartido los asientos en el consejo de administración a capricho, están sembrando dudas sobre la contratación del nuevo gerente y no informan públicamente de sus acuerdos.
* El autor es portavoz del Grupo Municipal de Ciutadans (C’s) en el Ayuntamiento de Terrassa