Opinió

Ratio

Rara es la ciudad en la que no se denuncia escasez de recursos, de todo tipo, en relación a su policía local. Terrassa no es, por supuesto, ajena a la cuestión. Un sindicato ha denunciado recientemente en una red social los problemas de personal que sufre la policía municipal de Terrassa. La denuncia, basada en cifras oficiales del propio Ayuntamiento, provocó la reacción de algún concejal avivando así la polémica.

En ocasiones, en la Administración, se utilizan las cifras para explicar o justificar decisiones, pero cuando los números no acompañan, se suele tomar distancia. Es verdad que el concejal Manuel Jiménez reconoce que en Terrassa existe un problema de efectivos en la Policía Municipal, pero el discurso político, que siempre utiliza meandros, le lleva a poner los datos en relación con la baja incidencia delictiva que se registra en la ciudad. El índice de delitos ha aumentado en la ciudad, por ejemplo, en relación a los robos en viviendas. También se podría poner esa cuestión encima de la mesa, como está ocurriendo en Matadepera cada vez con más fuerza.

Seguramente es mejor no ponerle peros al problema: hay poca policía, es una evidencia. Más allá de la sensación de seguridad o no en la ciudad, que es subjetiva, para lo bueno y para lo malo, esa falta de efectivos genera problemas laborales: excesos en las horas extra, problemas de conciliación, dificultades para cubrir festivos y par que los policías puedan disfrutar de los que les corresponden… Un caldo de cultivo, en fin, que si se remueve mucho puede llegar a ser difícil de gestionar.

Esos problemas laborales se suman a los que generan las deficientes instalaciones de la sede de la comandancia de la policía municipal terrassense. Lo que era una funeraria a medio hacer se acabó como central policial. Se han denunciado problemas de goteras, de ratas, de desprendimientos por filtraciones o caídas de lámparas.

El equipo de gobierno de Alfredo Vega tiene varios hándicaps parar afrontar las próximas elecciones municipales. Uno de ellos son los cuarenta años que el PSC lleva en el Gobierno de la ciudad, que sólo puede contrarrestar invocando la solvencia en la gestión. El segundo gran problema, al que se cogerán con fruición sus adversarios, será el de la limpieza. El de los autobuses se medio arregló con los nuevos vehículos y con los que tienen que llegar. Un grano en forma de policía puede ser muy doloroso.

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