Acaba 2018 y tanto es momento de hacer balance del año que ha pasado como de planificar el que entra. El que acaba, como los últimos años, ha estado marcado por un proceso independentista que condiciona todas las agendas, locales y supramunicipales, en lo político y en lo social. En Terrassa sabemos mucho de ello pues supuso la dimisión de un alcalde y la construcción de un nuevo equipo de gobierno en precario que ha capeado 2018 como ha podido; bien, para lo que podía haber sido, con esfuerzo y mucho que agradecer a la buena predisposición de los partidos de la oposición, que incluso han aprobado ordenanzas y presupuestos e incluso un ROM, que se va a implementar por unanimidad y que causará, sin ninguna duda, más de un quebradero de cabeza a futuros equipos de gobierno.
El asunto de la participación ciudadana, sobre el que no existe el más mínimo debate fuera de la sala de sesiones del pleno municipal, será sumamente interesante a partir de ahora en Terrassa; ya hay quien dice que quizás "nos" hemos pasado de frenada. Sí, será muy interesante; las intervenciones ciudadanas en el pleno se pueden convertir en el hecho más relevante de la democracia en Terrassa. Está claro que una cosa es predicar y otra, dar trigo.
La gran incógnita de este año 2019 seguirá siendo política. El primer gran reto para la política catalana y española será la gestión del juicio contra los políticos independentistas. Ese proceso está condicionando ya la aprobación de presupuestos en la autonomía y en el Estado; ha dado un vuelco al arco político en Andalucía y marcará, sin ninguna duda, las elecciones municipales de mayo y las que se convoquen ese mismo día, europeas e incluso estatales.
Y dentro de las próximas elecciones municipales está nuestra gran incógnita, que no es otra que la configuración del nuevo pleno municipal y con ello el equipo de gobierno que deberá regir el destino de la ciudad hasta el año 2023. No se prevén combinaciones de menos de tres o cuatro partidos para gobernar la ciudad y por ello es tan importante el desarrollo del juicio de los políticos presos y el posicionamiento que el independentismo catalán tome en relación a los partidos llamados unionistas o constitucionalistas. Las relaciones personales entre políticos terrassenses podrían configurar una aritmética francamente inverosímil, pero la lógica de la política catalana será la que decida el futuro gobierno de la ciudad, cuarenta años después de la llegada de la obtención de la alcaldía por el PSC. Será un año histórico, no cabe duda.