La lluvia de ayer provocó serios problemas en la ciudad. El volumen de precipitaciones fue muy elevado. En realidad llovió como hacía años que no lo hacía, en cuanto a tiempo e intensidad. Sería injusto achacar a la administración municipal todos los problemas que se produjeron. Las medidas de prevención se adoptaron cuando fue necesario y las consecuencias de la lluvia son imprevisibles. Sí es cierto que hay algunas cuestiones que requerirían alguna medida previsora, como por ejemplo la limpieza de alcantarillas en algunas zonas concretas. En ese sentido, hay fotografías en las que se ve, por ejemplo, la riera del Palau con un buen volumen de agua y los laterales inundados.
La reconstrucción de la canalización de la riera de Les Arenes en los años setenta, tras la riada de 1971, permitió la construcción de colectores que eliminaron las aguas fecales del lecho. Las basuras, en aquella época se amontonaban con naturalidad y en días como el de ayer, el comentario recurrente en los barrios adyacentes era que la lluvia, al menos, limpiaría la riera. Ahora las rieras ya no son un vertedero como en aquella época, pero sigue siendo nuestra asignatura pendiente. El estado de las rieras, especialmente la vegetación que cubre el lecho de la riera de Les Arenes en algunos tramos, preocupó a los vecinos de la zona.
Quien no haya vivido cerca de la riera no conoce la sensación que produce verla bajar llena de agua hasta el límite de su canalización ni el miedo de que pueda desbordarse como consecuencia de un taponamiento. Eso ocurrió en 1971. El agua descalzó los muros y grandes bloques de cemento fueron arrancados y arrastrados como si fuesen ramas por la fuerza del agua. Seguramente esto pueda sonar a exageración a demagogia o a alarmismo, pero es esa sensación la que ha llevado a las asociaciones de vecinos de la rivera de las rieras a querer organizarse y realizar un seguimiento de las gestiones que se realizan en torno a su problema.
Ayer, Terrassa, o la parte de Terrassa consciente del problema de las rieras volvió a mirar de reojo a los cauces porque el estado de los lechos no es el adecuado, porque sigue existiendo temor. Terrassa necesita pensar en sus rieras, tener una hoja de ruta, saber lo que hacer con ellas y buscar los recursos donde se deban buscar, porque, además del estado de conservación del lecho, de lo que no cabe duda es de que la ciudad no ha integrado urbanísticamente las rieras y que siguen siendo elementos que impiden una total vertebración del territorio.