La Amical de Mauthausen y otros campos, la entidad decana entre las asociaciones memorialistas, fue legalizada en febrero de 1978, después de un largo periodo de actividad en la clandestinidad desde que, en el año 1962, un grupo de supervivientes republicanos de los campos nazis, retornados del exilio, empezó a organizarse en pleno franquismo y en la clandestinidad, para reivindicar sus derechos y los de las viudas de quienes habían perdido la vida en aquellos antros de explotación, tortura y muerte. Es por este motivo que el Espai Memòria de Terrassa, del que la Amical es miembro fundador, ha considerado oportuno conmemorar el 40 aniversario de su legalización, con la realización de diferentes actuaciones a lo largo de este trimestre, entre las que cabe destacar la exposición “Més enllà de Mauthausen. Francesc Boix, fotògraf” que se exhibe en la sala Tinellet del Castell Cartoixa de Vallparadís y que, con una gran acogida, sirve para recordar la figura de este fotógrafo barcelonés que desempeñó un importante papel en el robo de los negativos del laboratorio fotográfico de Mauthausen. Un acto de resistencia colectiva de los republicanos españoles que sirvió para denunciar la realidad y las atrocidades a las que se vieron sometidos los internos en aquel campo, procedentes de todos los rincones de Europa.
La relación entre la Amical y la ciudad de Terrassa viene de lejos. Ya en noviembre de 1962, sus fundadores programaron un encuentro en Barcelona de algunos supervivientes republicanos con Emily Valley -secretario general de la Amicale de Mauthausen francesa en la que habían sido acogidos una buena parte de los españoles de Mauthausen que continuaron en el exilio- y consiguieron llevarla a cabo con la excusa de hacer entrega de 3.000 botes de leche en polvo a los afectados por las graves inundaciones que había sufrido el Vallès en el mes de septiembre. Los botes se etiquetaron con la inscripción “Donación de los deportados del campo de Mauthausen a las víctimas de Cataluña” y se hicieron llegar a las familias afectadas tras ser recibidos en el Gobierno Civil. Esta circunstancia facilitó la celebración de una cena en Barcelona en la que un grupo reducido de exdeportados tuvo conocimiento de primera mano de cuáles eran sus derechos y los de las viudas, como víctimas, ante la República Federal Alemana.
Es inevitable y necesario citar a la amplia familia terrassense de la deportación vinculada a la Amical, por la presencia, entre sus primeros miembros, de alguno de los supervivientes locales como es el caso de Joaquín Sala i Prats, o el de José Saura Ribera, por citar sólo un par de ejemplos; la continua presencia testimonial en numerosos centros educativos y la celebración en la ciudad de su asamblea anual, correspondiente al año 2000, momento que se aprovechó para instalar una placa dedicada a los deportados de la ciudad -unos 50 según los últimos estudios- en el paseo de Joan Miró.
En definitiva, un aniversario para evidenciar, una vez más, el compromiso de la Amical con la memoria de la deportación republicana por ser la más próxima y la que nos afecta directamente, ya sea por razones familiares o por razones históricas. Y es necesario recordar que su internamiento en los campos nazis se realizó, mayoritariamente, por su condición de ser los primeros luchadores antifascistas europeos en aquel contexto de conflicto internacional, cuyo primer episodio fue, sin duda alguna, la guerra de España.
Una memoria que quiere ir más allá del necesario recuerdo de unos acontecimientos extremadamente dolorosos para todas las personas que lo padecieron. No basta con una memoria centrada únicamente en el recuerdo sentimental y emotivo, es necesario reivindicar también una “memoria política” de las víctimas y de los valores republicanos por los que lucharon en los frentes de guerra y que los supervivientes de los campos nazis ratificaron, tras su liberación, cuando se juramentaron de forma colectiva con aquel “¡Nunca más!” asumiendo, de nuevo, un papel activo en la defensa de las libertades, la justicia social y los Derechos Humanos. Unos compromisos que la Amical renovó de forma explícita mediante la Declaración de Mequinenza, en octubre de 2014, cuando se celebró en esta localidad aragonesa la primera asamblea en la que no estuvo presente ninguna persona superviviente como consecuencia del paso inexorable del tiempo. Principios, por tanto, que rigen todas y cada una de nuestras actuaciones que se orientan, prioritariamente, hacia los centros educativos para colaborar, junto al profesorado sensibilizado, en la necesaria concienciación del sector más joven de la población de los riesgos -siempre presentes- de las ideologías que propugnan, con subterfugios unas veces, o de forma explícita otras, políticas de discriminación de derechos a determinados sectores de la población que son estigmatizados y culpabilizados, de forma simplista, de algunos de los problemas actuales.
Es por eso que es imprescindible el conocimiento de las realidades históricas del pasado para entender determinados aspectos complejos de nuestra sociedad. El resurgimiento en Europa, y en otras partes del mundo, de la viejas ideas xenófobas y discriminatorias que se aprovechan de las garantías de nuestras estructuras democráticas, manipulando de forma muy hábil los viejos y los nuevos sistemas de comunicación de masas, nos obligan a permanecer en una constante alerta. Así, la creación de la red Nunca Más en la que participan centros educativos y Ayuntamientos – y de la que forma parte nuestra ciudad- intenta ser un punto de encuentro donde debatir, proponer y compartir experiencias que, de forma coordinada, puedan abarcar más espacios, territorios y personas, colaborando a que la penetración en el tejido social de esas viejas ideas -que ya nos abocaron al desastre colectivo con anterioridad- se vea minimizada por el imprescindible sentido crítico de sus ciudadanos y ciudadanas. De eso se trata. Ni más, ni menos.
* El autor es de Amical de Mauthausen