Es francamente interesante, por simple, la iniciativa que ha emprendido la plataforma ciudadana ANA (Àgora Nova Atenas) cuyo enunciado ya es atractivo de por sí: “33 barris, una ciutat”. Se trata de generar un debate abierto en cada uno de los barrios de Terrassa para comprobar su pulso y cuáles y cómo son los estímulos y los actores que las hacen latir. Uno de los elementos nucleares de ese escenario es, todavía, el asociacionismo vecinal, sobre el que ha descansado la interlocución con la ciudadanía en muchos municipios y especialmente en Terrassa. No quiere ello decir que otras entidades con vida propia no tengan un peso específico importante en los barrios, pero es cierto que han servido de catalizador de voluntades y vehículo de reivindicación.
Las asociaciones de vecinos son lo que su nombre transmite, una agrupación de personas que conviven, comparten y persiguen objetivos comunes en el ámbito de una comunidad más amplia. Son también también una herramienta de participación y, como decimos, de reivindicación. Una de las grandes asignaturas pendientes de los ayuntamientos es precisamente la participación, vehicular la interlocución con la ciudadanía, aspecto en el que las asociaciones de vecinos, históricamente, han tenido un papel importante que ha ido perdiendo peso conforme los barrios han alcanzado los objetivos de atención, servicios y bienestar por los que lucharon especialmente durante la transición.
Pero no desmerezcamos el papel de las asociaciones de vecinos en la dinámica ciudadana de hoy en día. No confundamos con indiferencia lo que también podría interpretarse como actitud confiada de los vecinos para con la asociación de su barrio, porque sigue siendo un referente y cuando surge algún problema es una herramienta recurrente. Y pongamos en valor, especialmente, el esfuerzo y la dedicación de las personas que las componen.
Por tanto, es bueno saber cómo respiran las asociaciones de vecinos de Terrassa y el resto de entidades que conforman el tejido asociativo de los barrios en debates francos y sin apriorismos, sin más objetivo que conocer y, por qué no, agitar y tomar conciencia de que en el asociacionismo hay una vía vigente, válida y eficaz. En definitiva, como se desprende el enunciado de la iniciativa de ANA, son los sumandos que configuran una realidad que nos concierne a todos y que se llama Terrassa.