Opinió

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Tardará en acallarse el eco del pleno extraordinario de residuos del pasado martes en el que la oposición reprobó formalmente al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Terrassa por las deficiencias en la recogida y la gestión de las basuras en la ciudad. Fue un pleno bronco, de aquellos que dejan huella y del que al margen del análisis de su contenido, de las actitudes y de los tonos, todo ello interesante por diversas razones, surge la duda de cómo quedarán las relaciones de los partidos tras la resaca.

Cuando se habla de estas relaciones se habla esencialmente de PSC y Terrassa en Comú. El resto de partidos tienen ya muy definido su perfil y poco puede cambiar si no se ven obligados por los vaivenes de la intensa coyuntura política catalana. Las relaciones entre Esquerra y PDeCAT dependen precisamente de las decisiones de sus direcciones en Barcelona y Bruselas. Antes de la dimisión de Jordi Ballart se produjeron diversos acercamientos entre PSC y TeC que no fructificaron, porque entre otras cuestiones, los comunes exigían la ruptura del pacto entre los socialistas y PDeCAT. A pesar de ello, cuando se produjo la dimisión de Ballart, TeC estuvo a punto de alzarse con la alcaldía, pero no hubo acuerdo, precisamente con los postconvergentes.

La designación de Alfredo Vega acortó distancias entre ambas formaciones, se suavizó el tono e incluso se formó la denominada comisión estratégica de ciudad, que pretende ser un espacio de debate sobre las grandes cuestiones de Terrassa y que todo el mundo entendió como un primer paso para, si se dan las circustancias, un posible pacto de gobierno a medio plazo entre ambas formaciones.

El inicio del curso político abre dudas sobre esa relación. Cómo síntoma, esta semana se han dado dos episodios en los que TeC ha endurecido enormemente su discurso contra el PSC. La designación de Isabel Darder como comisionada de enseñanza, hizo que Xavier Matilla, líder de los comunes terrassenses dijese que el alcalde se había quitado trabajo de encima para dedicarse a hacer campaña. Fue la reacción más ácida de cuantas se produjeron entre los grupos de la oposición, también críticos. El segundo episodio fue el pleno de residuos. El tono de TeC fue especialmente duro, quizás el que más, llegando incluso a pedir la dimisión del teniente de alcalde Marc Armengol.

El alcalde Alfredo Vega dijo anoche en Canal Terrassa que la actitud del líder de TeC no afectará a las relaciones entre ambos partidos, pero no cabe duda de que el seno de la formación socialista no se sintió nada cómodo con los tonos del pleno del martes. Se percibe en este inicio de curso cierto nerviosismo, en unos grupos más que en otros; la tensión propia de una carrera que será larga, compleja e incierta hasta mayo de 2019.

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