Opinió

Colaboración

Los consellers de la Generalitat deben haber reservado una buena parte de su agenda a las visitas de alcaldes con asuntos pendientes. La parálisis que ha provocado el procés ha generado un importante retraso en viejos proyectos y dificultades para plantear reivindicaciones; el histórico “que hay de lo mío”. El alcalde de Terrassa, Alfredo Vega, se ha reunido esta semana con el conseller Calvet, el sustituto en Territori i Sostenibilitat, del terrassense Josep Rull, hoy en prisión. Y “lo suyo” era, como cuestiones principales, la limpieza de las rieras, por supuesto; las obras de ampliación de la C-58; que el metro del Vallès sea realmente un metro con un aumento de las frecuencias de paso de los trenes; el hiriente asunto de la zona tarifaria; y la conversión de la N-150, la conexión entre Terrassa y Sabadell, en una carretera amable, una vía cívica que invite a al paseo y a la comunicación sostenible entre poblaciones. Seguramente habrá más, pero esas son las prioridades del Ayuntamiento de Terrassa, al menos desde una perspectiva tanto de urgencia como posibilista, en relación con la Generalitat de Catalunya.

De ellas, cuya vertiente económica se ve superada por la necesidad de entendimiento entre las administraciones: las rieras. Sentencias judiciales al margen, estamos ante una cuestión política, de acuerdo entre las administraciones. No quiere ello decir que exista una inacción, se han llevado a cabo acciones puntuales, como la que va a empezar dentro de pocos días, pero hay que ir más allá. Es decir, Terrassa es una ciudad marcada por las rieras y los protocolos de actuación genéricos que rijan la acción de la Generalitat seguramente no son aplicables debido al elevado número de kilómetros de rieras que atraviesan la ciudad. Es por tanto imprescindible que Generalitat y Ayuntamiento establezcan una linea de colaboración particular con planes de actuación definidos y calendarizados. De nada sirve lavar la cara a las rieras este año y no volver a hacer nada hasta dentro de cinco u ocho años. Los árboles que hay en los lechos no crecen de un día para otro.

Los otros temas entran dentro de la relación normal de los municipios con la administración autonómica. La sensibilidad de Josep Rull ha permitido que la C-58 ya se esté ampliando, pero no le dio tiempo a implementar la nueva tarjeta que solucione el agravio tarifario que significa que Terrassa esté en la Zona 3. Rull también estaba muy preocupado por el aumento de la frecuencia de paso de Ferrocarrils de la Generalitat, pero se trata de una cuestión técnica de capacidad de las vías que visto el ritmo de la toma de decisiones en la Generalitat, será de difícil solución incluso a medio plazo. Finalmente, lo de Terrassa y Sabadell es una buena idea y seguramente será una cuestión puramente económica.

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