Este mismo año iniciará su andadura en Terrassa la nueva funeraria de Àltima, una empresa firmemente consolidada en el mercado funerario catalán con más de trescientos años de historia, que gestiona en Catalunya treinta tanatorios, siete crematorios y diecinueve cementerios, lo cual genera unas sinergías a las que otras empresas no pueden aspirar. Para alguien ajeno a este sector, resulta incómodo hablar de negocio, pero en realidad se trata de una actividad comercial que lo que pretende es hacerse un hueco en un mercado liberalizado en el que prima la competencia por encima de cualquier otra consideración. Se trata, lógicamente, de un sector en el que el papel de los sentimientos es determinante y las características del servicio están eminentemente orientadas a satisfacer las necesidades de las familias en los momentos más dolorosos.
En Terrassa, el negocio funerario, por tanto, ha estado cubierto históricamente por Funerària. Y podemos decir de forma objetiva que ha estado bien cubierto. La empresa pública terrassense es modélica tanto en la gestión del tanatorio y de su crematorio como del propio cementerio, algunas de cuyas innovaciones han sido modelo a imitar en otras ciudades del país. Asimismo, La Previsió, una histórica mutua terrassense, abrió el año pasado su complejo en la Rambleta. Aunque su modelo de negocio está basado en sus propios asegurados, La Previsió está abierta también a dar servicio a cualquier familia de la ciudad.
Por tanto, en poco más de un año, Terrassa va a pasar de tener su funeraria tradicional a contar con tres empresas en franca competencia. Cuál va a ser la incidencia de Àltima en el ámbito funerario de la ciudad es la gran incógnita. Àltima viene para quedarse y con la legítima intención de competir. Calcula que sus tres salas de vela conseguirán el treinta por ciento del volumen de servicios que genera la ciudad en un año. Hablamos de que cada sala de vela puede aglutinar el diez por ciento del mercado y que tiene espacio para futuras ampliaciones.
Funerària, hace algunos años maniobró con rapidez y contundencia ante el desembarco de Funespaña en la ciudad, que construía un complejo donde hoy tienen su sede la Policía Municipal y los servicio sociales del Ayuntamiento; en esta ocasión tendrá que competir y adaptarse a una nueva realidad del sector en una ciudad, que no sólo tiene vocación de ser la tercera ciudad de Catalunya, sino que ya lo es. En cualquier caso, habrá que ver cómo reaccionan los terrassenses ante este nuevo escenario.