Isabel Marquès recibió hace pocos días el respaldo del pleno municipal para ser proclamada Síndica de Greuges de Terrassa. A falta del decreto de alcaldía que oficialice su nombramiento, Marquès afrontará su segunda etapa en el cargo después de seis años. Si se tuviese que definir el paso de Isabel Marquès por la sindicatura entre los años 2010 y 2016, la palabra sería "impulso". No quiere ello decir que hasta ese momento la figura del síndico en la ciudad fuese decorativa, sino simplemente que tenía otro perfil, algo más pasivo, quizás podríamos decir que se trató de una concepción eminentemente técnica del cargo. Isabel Marquès fue algo más allá, mostró una actitud más proactiva, intervino de oficio en algunas cuestiones interesantes, como el informe sobre el principio de veracidad policial, y proyectó una imagen de la sindicatura de cierta autonomía.
Algunas de esas iniciativas no acabaron de entenderse en el equipo de Gobierno, seguramente porque se estaba acostumbrado el perfil algo más técnico de los anteriores. Además reivindicó que la figura del Síndic, para que se pudiese desarrollar con plena garantía de eficacia e independencia debía estar remunerada. Se dieron, en fin, una serie de circunstancias que propiciaron una situación incómoda, con una prórroga del ejercicio del cargo de un año durante el que no se acababa de desencallar su renovación. Posteriormente se llegó al acuerdo entre los partidos del pleno, por mayoría de elaborar un reglamento con un nuevo sistema de elección. Tras un primer intento fallido en el que Isabel Marquès no tomó parte, decidió presentarse nuevamente, situándose de forma inmediata como favorita en el proceso participativo que ganó.
De este modo, Marquès vuelve al cargo con el mismo espíritu de dinamismo y espíritu de servicio con el que ejerció su anterior mandato y con la voluntad de dotar a la sindicatura de un protagonismo al que seguramente no estamos acostumbrados. Tiene claras sus funciones, no vuelve para formar parte de la administración municipal, pero tampoco para cavar una trinchera frente a ella. La sindicatura debe ser una herramienta al servicio del ciudadano que sirva para mejorar las relaciones de la administración con el administrado. No podemos más que felicitar a Isabel Marquès por su inminente nombramiento y desear que la figura de la sindicatura, ciertamente controvertida por la falta de tradición en nuestro sistema, se afiance como un instrumento más de la democracia.