Terrassa tiene un buen sistema sanitario, mejorable, sin duda, en la medida en que la sanidad en general estuviese mejor dotada económicamente. Los recortes provocados por la crisis se han dejado sentir con especial incidencia en la enseñanza y especialmente en la sanidad pública. Es cierto, Terrassa está bien atendida sanitariamente, pero tiene, como suponemos que en todas partes de Catalunya, unos males endémicos. Uno de los problemas terrassenses son las listas de espera, tanto para intervenciones quirúrgicas como para visitas a médicos especialistas. También hay un problema de masificación en algunos centros de atención primaria, siendo el CAP Rambla el ejemplo paradigmático, y cómo no, las urgencias.
Las esperas en los servicios de urgencias son importantes, en el Hospital de Terrassa y especialmente en Mútua de Terrassa. Las urgencias son un asunto sensible en la ciudad. Sin entrar en la calidad asistencial, cualquier terrassense ha vivido un episodio de esperas muy largas o conocemos, por referencias, casos de colas especialmente complicadas o una tardanza excesiva en tramitar un ingreso.
El problema existe y seguramente la percepción pueda ser diferente, dependiendo de la fuente: más intenso si se pulsa la opinión de profesionales y pacientes y menos acentuado sin quien vierte la opinión es la empresa o la administración. En ocasiones, como es el caso, han sido algunos sindicatos los que han denunciado deficiencias en la dotación de personal de las urgencias. Esta vez es necesario prestar una especial atención a la denuncia por cuanto se realiza con la unanimidad de los seis sindicatos con representación en Mútua. El hecho de que la empresa haya aceptado desde 2014 constituir una comisión conjunta con los representantes de los trabajadores para analizar y evaluar los dispositivos, especialmente en invierno, evidencia la toma de conciencia del problema y que su dimensión es, cuando menos, relevante.
Este año, según las centrales sindicales, el colapso es importante y se han puesto de acuerdo para denunciarlo públicamente, como han denunciado el hecho de haber puesto la magnitud del problema en conocimiento de las autoridades sanitarias sin haber recibido respuesta. En ocasiones, la denuncias sindicales provocan cierta distancia en la administración, pero el sólo hecho de que todas las centrales con representación en la empresa hayan consensuado un comunicado merecería una atención, al menos una respuesta.
Tal como hemos comentado antes, es posible que la percepción pueda ser cambiante en función de los interlocutores, pero a buen seguro que existen los mecanismos para generar un lugar de encuentro en el que empresa y trabajadores puedan generar una relación de diálogo para buscar una solución. Una solución que repercutirá en la calidad asistencial hacia los usuarios de la sanidad pública.