La campaña electoral es la muestra evidente no sólo de la división que existe en Catalunya respecto del movimiento independentista, sino de la divergencia absoluta de discurso. Son dos maneras antagónicas de ver una misma realidad que realmente llama la atención. El bloque ya denominado constitucionalista (Ciudadanos ha conseguido erradicar el apelativo unionista, que consideraba un extranjerismo poco adecuado) con ciertos matices habla de la legalidad, un término que se opone al mismo que se utiliza desde el frente independentista.
Estamos dos relatos antagónicos, ante dos legalidades y una misma realidad. Unos dicen que el principio democrático está por encima de las leyes y que en una democracia no se pueda desplegar un programa de gobierno ganador en las urnas y los otros que la ley es inquebrantable y que el principio democrático no puede arrollar a una mitad de la población. Unos dicen que la legitimidad de un gobierno elegido en las urnas está por encima de cualquier norma y otros que la Constitución está para evitar los desmanes de quien se considera por encima de lo humano y lo divino. Unos dicen que es necesario el diálogo para buscar lugares de encuentro y otros dicen que ese diálogo debe ceñirse al marco de la legalidad vigente.
El discurso que esgrime hoy en este diario el candidato terrassenses de Junts per Catalunya Josep Rull es claro en ese sentido. Su visión de la realidad es radicalmente opuesta a la de sus adversarios políticos, pero su discurso está perfectamente construido, no tiene fisuras y soporta con solidez la contradicción. Sólo se resiente cuando se le refiere la autocrítica por la situación creada en Catalunya.
Es imposible ¿Quién va a gobernar Catalunya? Y lo más importante ¿Cómo se va a gobernar Catalunya? Muy complicado lo deben ver algunos cuando se habla de la posibilidad de reeditar un tripartito entre Esquerra, En Comú Podem y el PSC. Si los márgenes son como dicen las encuestas el próximo viernes estaremos ante una situación realmente complicada.
Tal como se está planteando esta campaña electoral, si no existe voluntad política entre los dos bloques enfrentados de alcanzar algún tipo de acuerdo, perderemos todos. No obstante, alerta con las encuestas de estas elecciones. Todo depende de la participación, de los indecisos y del denominado voto oculto. Puede haber sorpresas de última hora.