Opinió

Recapte

Este fin de semana, coincidiendo con la llegada del mes de diciembre empiezan a ponerse en marcha toda una serie de iniciativas solidarias. Hay muchas entidades que intentan aprovechar una época en la que la sensibilidad está más acentuada para alcanzar sus objetivos, que no son otros que ayudar a los demás. Las más famosas son, sin duda la Marató de TV3, que se ha convertido en un referente solidario europeo, y también el Gran Recapte, que se lleva a cabo este fin de semana.

Las dos iniciativas solidarias son de perfil muy diferente. Una se ha especializado en la ayuda para la investigación médica, en dar visibilidad y sensibilizar en torno a enfermedades comunes y otras que no lo son tanto, poniendo cara a las afecciones e intentando ofrecer una luz desde una lectura positiva. la otra tiene más que ver con el día a día. Es, dar de comer al que no tiene.

Hubiese sido impensable hace algunos años la existencia de bancos de alimentos, de organizaciones que se dediquen a facilitar a personas de todo origen y condición una cesta de supervivencia básica. El gran problema de esta situación es que todo parece indicar que la gran desigualdad que ha traído la última crisis económica parece que ha venido para quedarse. Se insiste desde los poderes públicos que la recuperación económica es un hecho, pero da la sensación de que hay un segmento importante de la sociedad al que no llega esta recuperación y la fractura social se está ensanchando cada vez más. esta misma semana se ha ubicado un informa sobre la diferencia de sueldos entre los altos cargos de la empresas y los trabajadores.

En cualquier caso, la pobreza se ha convertido en una realidad cotidiana que probablemente no sepamos calibrar. Esta semana, en las charlas que se realiza sobre el Gran Recapte en los colegios, se ponía énfasis en hasta qué punto la pobreza golpea a las familias. Explicaban que existe la inercia de aportar a legumbres en grandes cantidades a los bancos de alimentos y parece ser que, aunque necesarios, los garbanzos pueden convertirse en un problema puesto que la pobreza en relación a los alimentos va estrechamente vinculada a la pobreza energética y los garbanzos en seco, por ejemplo, necesitan de unos tiempos de cocción que las familias con necesidades de este tipo no se pueden permitir. Es un ejemplo lo suficientemente ilustrativo de lo que significa, no sólo la necesidad de alimentos, sino también de lo significa la pobreza energética.

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