Me aventuro a escribir estas líneas sobre el futuro de la alcaldía de Terrassa en el impasse que va desde la huida de Jordi Ballart y la votación para el nuevo alcalde.
Creo necesario explicar al menos una razón de la que no se habla que pudo llevar al ciudadano Ballart a dejar empantanado el Ayuntamiento, la ciudad y el partido que le ha dado trabajo desde que salió de la escuela. A nadie se le escapa que en las 72 horas que van desde el anuncio de la ruptura del pacto de gobierno con el PDeCAT hasta la dimisión del alcalde hubo un intento de eludir el compromiso personal de Ballart de dejar la alcaldía por el apoyo de los socialistas a la aplicación del 155. De la consulta de la hemeroteca no se puede extraer otra conclusión… Hay interioridades que desconozco, pero es evidente que cuando el PSC es consciente de que el PDeCAT iba a romper el pacto se adelanta tácticamente a esa acción. En ese momento, el PSC no habla de 155 pero sí de la DUI de Puigdemont que hacía insostenible ese pacto. Al PDeCAT no le sienta bien esa maniobra por lo que (…y aquí avanzo mi tesis) empieza a sobrevolar la idea de una moción de censura, una amenaza que recuerdo lanzó TeC después de su fallida operación de sustituir al PDeCAT como socio de gobierno a principios de año.
Ante semejante panorama se produce la traición de Jordi Ballart a los votantes socialistas. No afrontar la posible moción de censura, no dar la cara por todas las personas que ha representado, no defender el trabajo realizado frente a los adversarios y huir aclamado por la oposición soberanista son hechos que traicionan la confianza de la mayoría de sus excompañeros de partido y, sobre todo, de los ciudadanos y ciudadanas que depositaron en él sus ilusiones en el año 2015, a los cuales Jordi Ballart ha dejado en el abandono por su personalismo.
La ofuscación de Jordi Ballart por mantener la alcaldía a cualquier precio después del peor resultado electoral del PSC en Terrassa le llevó a colocar a su expartido en la órbita de los que han jaleado la actual crisis institucional en Catalunya. Su manierista forma de entender la política le ha llevado ahora hasta el punto de hacer verosímil el rumor de que ha tratado de conservarla como ¡¿independiente?! Una ocurrencia que no tiene precedentes. Mi sincero deseo de que le vaya bien en lo personal.
En Ciutadans extendimos la mano al alcalde recién dimitido y manifestamos que era el momento de dar la cara y dejarse de titulares. Hemos vuelto a tender la mano al actual alcalde en funciones con el objetivo de que trabaje por el bien de la ciudad y que trate de impedir que los independentistas convenzan a TeC para descolgar la bandera de España del balcón del Ayuntamiento de todos. Alfredo Vega es mi adversario político, pero a lo largo de este tiempo ha demostrado a todos su vocación de servicio público. No le votaremos como alcalde, pero ante la posibilidad de que TeC cumpla su promesa de gobernar con ERC y CUP es imposible que los partidos con vocación centrista no apostemos por la moderación y la gobernabilidad hasta 2019.
Durante este tiempo Ciutadans ha dejado claro que es un partido en el que se puede confiar. Somos consecuentes con nuestros compromisos y vehementes en la defensa de nuestros principios. Por eso, pase lo que pase advertimos a los ciudadanos de Terrassa de que nadie trate de engañarles, ya que en año y medio no hay espacio para aplicar políticas transformadoras, el mandato municipal se ha acabado. Pero todos podemos poner de nuestra parte para que la gestión hasta 2019 no deteriore la situación económica y social de nuestra ciudad.
* El autor es portavoz del Grupo Municipal de C’s