Opinió

Ruptura

Isaac Albert tenía razón: el mandato en el Ayuntamiento de Terrassa no acabará como empezó. El PSC rompió ayer el pacto con PDECat, el alcalde reorganiza su cartapacio para que la decisión tenga efectos inmediatos y se inicia, según manifestó en un comunicado, un periodo de reflexión “con máxima serenidad y sin prisas” la nueva situación en la ciudad. La decisión, por esperada, no dejó de ser sorprendente por cuanto estaba previsto que fuese PDECat quien rompiese el acuerdo (según nota de prensa emitida por la dirección del partido en la ciudad por la mañana), decisión que se sometería a la asamblea del partido el próximo jueves.

En realidad el PSC ha roto cinco minutos antes que su hasta ayer socio de gobierno en un ataque de orgullo, al considerarse, si no humillado, sí menospreciado por los mensajes que en los últimos días iba enviando a PDECat en la ciudad. La presión de las redes sociales sobre el partido y sobre su líder local, Miquel Sàmper, obligaba a éste a emitir señales de ruptura para oxigenar el apremio. Se trata, en definitiva, de una consecuencia directa de cómo la política terrassense se ve afectada por la convulsión de la política catalana.

Ahora hay que esperar acontecimientos. Sobre las posibilidades que se dibujan llegados a este punto se intuye que el año y medio que resta hasta las elecciones municipales se cubra con un gobierno en solitario del PSC y que busque alianzas puntuales o que el alcalde Ballart explore el apoyo de otra fuerza política para dar solidez y estabilidad a su acción de gobierno. Sàmper dijo hace pocos días que apoyaría a Ballart dentro o fuera del gobierno, pero habrá que ver si la situación ha generado heridas (se han producido carencias en las formas) entre los hasta ayer socios que impidan un entendimiento.

Otra posibilidad es la de sondear a otros grupos municipales un apoyo directo, con incorporación al equipo de gobierno, o indirecto, desde la oposición. La “alianza” más viable sería con TeC, aunque no se puede hablar de automatismos, ya que, aunque en reiteradas ocasiones la formación de Xavier Matilla se haya ofrecido, la negociación de un eventual pacto puede ser compleja, máxime teniendo en cuenta que hay unas importantes elecciones a la vista en un escenario no previsto.

Esa posibilidad es una de las preocupaciones de ERC y probablemente la motivación del globo sonda que surgió sobre la posibilidad de una moción de censura. Un pacto que funcione entre socialistas y comunes puede convertirse en una apuesta de futuro con independencia del orden de los factores.

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