El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart ha manifestado sin ambages que si el PSOE apoya la aplicación del artículo 155, él no tendría más remedio que dimitir como alcalde y dejar su militancia en el PSC. Hace una precisión que no nos debe pasar desapercibida pues condiciona su decisión a “si el PSC sigue vinculado al PSOE”. Ese matiz da una buena muestra de hasta qué punto se ha complicado la convivencia dentro del Partido Socialista, ya que, según la declaración del alcalde Ballart, la posibilidad de ruptura con el PSOE está latente.
Ballart, como la mayoría de alcaldes y altos cargos del PSC, se ha debatido estos días entre su voluntad de permitir la celebración del referéndum y la necesidad de preservar la seguridad jurídica de la institución y de sus funcionarios. Tiene mucha razón en que el PSC no se ha explicado bien o, mejor dicho, no se ha explicado y probablemente eso le esté pasando factura al partido en general y a sus alcaldes en particular. El camino hacia la irrelevancia que inició el socialismo catalán hace ya meses no está todavía del todo recorrido, pero cada vez queda menos margen. La defensa del federalismo, la misma que provocó el linchamiento de Pere Navarro, esa tercera vía, es la única salida que le ha quedado al PSC desde el pragmatismo: un lapso de tiempo para calmar los ánimos, un cambio constitucional para refundar territorialmente España y un referéndum pactado en Catalunya. Todo ello aderezado con el impulso de una moción de cesura que expulse al PP del Gobierno y un amplio pacto parlamentario para formar gobierno con Podemos y el apoyo de los partidos independentistas y nacionalistas. Eso no hay PSOE que lo aguante.
En cualquier caso ese es un escenario hipotético difícilmente alcanzable que requiere primero de la gestión de la situación actual. El lunes se desarrollará un pleno en el Parlament que ha sido suspendido por el Tribunal Constitucional antes de que se sepa de qué se va a hablar. El Govern debate el contenido de la intervención de Puigdemont, los opinadores advierten del desastre de la DUI y las entidades soberanistas llaman a la movilización por si se declara la independencia. Y mientras, se van los bancos, se van algunas empresas y las que se quedan empiezan con desesperación a abrir cuentas en Madrid a la que trasladar fondos. Se convocan nuevas huelgas generales y se invoca la necesidad de una negociación con una sóla parte dispuesta a negociar. Quizás sea necesario un poco de oxígeno para tomar las decisiones adecuadas.
