Opinió

¿Qué hacemos el 1 de octubre?

Llevamos siete años haciendo saber al poder central del Estado que en Catalunya estamos hartos de su agresión constante a nuestro autogobierno en sus resoluciones y acuerdos con el propio Estado.

Esta situación debería haber llevado a todas las fuerzas democráticas de Catalunya a hacer causa común por la defensa de nuestros derechos. No fue así sencillamente porque el Estado tiene aquí sus mercenarios políticos representados por PP, PSC-PSOE y Ciutadans. No debemos olvidar que el espíritu mayoritario en Catalunya es por el derecho a decidir, pero la burguesía catalana, acompañada por la CUP, en su afán excluyente, capitalizó ese espíritu y lo transformó en independencia por la vía directa.

En medio de estos dos extremos estamos una mayoría social que ha pasado desapercibida hasta que los "Comuns" han hecho causa con ella. Ha llegado tarde esa posible alternativa que se ha observado desde el silencio de gran parte de la izquierda catalana.

En la reunión del Consell Executiu de la Generalitat de Catalunya del 6 de junio, en media hora, se decidió la fecha y la pregunta a realizar en la consulta. Decisión tomada por el 50,3% de la representación en el Parlament de Catalunya y en un asunto de tal importancia se olvidaron del 49,7% restante. Esta pregunta excluyente ante cualquier otra opción que no sea la independencia refleja la insensibilidad de los 72 diputados elegidos por 1.957.348 votos frente a los 63 diputados de la oposición votados por 1.972.057 ciudadanos, destinando a éstos como única opción la del "no". Decisión manipuladora y antidemocrática. Pero no debemos olvidar que más antidemocrático es no dejar decidir a la ciudadanía. Decisiones que simplemente demuestran el talante de los que están frente/ante este proceso excluyente por ambas partes.

Este proceso, desde los partidos políticos catalanes, debería haber sido un ejemplo de tolerancia, integración y participación para el pueblo catalán, y que hubiéramos llegado al 1 de octubre dando un ejemplo al resto del mundo, no solamente de que queremos recuperar nuestro poder de decisión, sino también en las formas de entender la democracia respecto al Estado monárquico español.

Estas formas nos llevan a muchos a reflexionar sobre qué hacer el 1 de octubre. Una opción es no votar por considerar que no refleja las tres opciones que cualquier consulta responsable debería contener: independencia, Estado federal o mantener el actual estatus. Pero a su vez no votar incide muy directamente en el porcentaje de participación y eso solamente favorece a los que nos niegan nuestro derecho a decidir, pues su objetivo es poder demostrar al resto del mundo que la opción soberanista no tiene el respaldo de la mayoría ciudadana.

La otra opción es participar y eso nos compromete con el contenido del resultado, tanto si es por el "sí" como por el "no". Recordemos lo que ha ido saliendo a la luz en estos últimos tres meses sobre lo que quieren desde la Generalitat. Aquí vale la mitad más uno de los que participen para declarar la República Catalana independiente. Eso significa que la proclamación la refrendarían muchos menos de la mitad de los 5,5 millones de ciudadanos con derecho a voto. Conclusión totalmente antidemocrática.

Lo único que nos puede motivar a la mayoría social es que esta situación sirva para hacer que el Estado español cambie de actitud y se proceda a abrir un proceso donde Catalunya goce de los mecanismos jurídicos y económicos que salvaguarden su identidad y su futuro.

Es como una partida de póquer donde mis cartas son comodines solamente válidos con las de los otros dos jugadores, y depende del descarte, tanto de uno como de otro, la partida puede ser una catástrofe para mí.

Por lo tanto voy a votar "sí" para reforzar nuestro derecho a decidir frente a la derecha reaccionaria española, pero sin olvidar que a partir del 2 de octubre también deberé luchar contra la burguesía catalana agrupada en el PDeCAT y ERC para impedir que me ignoren en los acuerdos finales que haya y en mis derechos individuales como ciudadano cata- lán.

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