Llegar a plantear que unos hechos tan abominables como los vividos el jueves en Barcelona y Cambrils han podido generar algún elemento positivo se puede considerar una auténtica aberración, pero sí que es posible extraer conclusiones por las reacciones generadas tras el cobarde ataque terrorista. Una vez más, la respuesta ciudadana ha sido extraordinaria. Ya han existido en el pasado muchas situaciones adversas y las personas, enfundadas en su anonimato, han ejemplificado como nadie el mejor rostro de una sociedad que es pasto de las críticas. Por mucho que se pueda esperar, en infinidad de momentos, la reacción ha superado cualquier previsión.
Ayer a mediodía, la iglesia de Sant Pere de Rubí se quedó pequeña en el funeral del niño de 3 años y de su tío abuelo muertos de forma cruel en las Rambles de Barcelona. Las muestras de dolor se han acentuado estos días. Es cierto que muchas personas conocían a esta familia que ha sido golpeada con una extrema dureza ya que estaba muy vinculada a Rubí, pero también es verdad que han sido cientos de rubinenses los que han querido estar con los seres más queridos en un momento tan difícil. Desde el instante en el que se conoció el trágico desenlace, y en este caso fue bastante rápido, se han sucedido las muestras de afecto, básicamente frente al Ayuntamiento de Rubí. Allí se instaló un pequeño altar en el que muchas personas han querido dar su apoyo a la familia. Ayer, durante la ceremonia fúnebre, las muestras de dolor fueron descorazonadoras, dando testimonio del terrible impacto generado con los atentados.
La respuesta vivida en Rubí es una continuidad de más ejemplos de solidaridad y de apoyo de la sociedad, que desde el primer instante en el que la furgoneta invadió la parte alta de la Rambla se han sucedido, de forma absolutamente aleatoria. En el mismo lugar de los hechos ya se pudo constatar esa corriente incontrolable de ayuda, en los comercios y bares próximos a esta zona. De inmediato también se vivió la solidaridad en forma de donaciones de sangre, la colaboración de los taxistas, por ejemplo, o el regreso de un numeroso grupo de personal sanitario que estaba de vacaciones para poder atender al alud de heridos. Los gestos han sido innumerables y ayer por la mañana continuaron en Rubí. Después de ver lo peor que puede ofrecer el ser humano como lo vimos el jueves, también se ha podido constatar lo mejor del interior de muchas personas. Descansen en paz.