Parece que esta vez sí, la espera ya llega a su fin. Terrassa podría acoger a finales de este mes o principios del siguiente hasta dieciséis refugiados en una operación en la que están coordinados Creu Roja, la entidad encargada de gestionar estos programas, y el Ayuntamiento de Terrassa. Durante esta semana, Creu Roja ha tenido una reunión con voluntarios para dar a conocer algunos de los detalles que envuelven esta operación. Precisamente la figura del voluntariado es determinante en el desarrollo de un proyecto de esta envergadura. También entre los voluntarios se sigue esperando y esperando. La llegada del período estival vuelve a primera línea informativa el tremendo drama de las personas que huyen de sus países de origen para buscar la supervivencia en Europa. A ello se une la catástrofe todavía mayor, si cabe, del conflicto bélico en Siria que ha provocado el desplazamiento de miles y miles de personas.
Desde Europa, hasta el momento, parece que sólo se transmiten mensajes de solidaridad y apoyo, pero los gestos reales, poder cubrir las verdaderas necesidades de esta marea humana, sólo han quedado en simples y bonitas palabras. Seguimos esperando. La impagable labor de las ONG está permitiendo afrontar esta situación de emergencia absoluta, aunque no es suficiente. También ellos esperan.
Creu Roja y Terrassa han mostrado desde hace ya un largo período de tiempo su voluntad de aportar su grano de arena para aliviar esta situación. Lógicamente no es fácil afrontar un proceso de esta magnitud, pero Creu Roja y sus voluntarios han evidenciado que el operativo de acogida intensa está ya preparado. Se han cubierto todos los detalles: idioma, sanidad, entorno y acciones formativas. Es un plan de choque que en una primera fase, que resulta determinante para una acogida, se desarrolla por un espacio de seis meses. Terrassa cuenta con cuatro pisos para hacer frente a esta labor que debe tener una continuidad en el tiempo.
Si la espera entre los que desean ayudar se hace eterna, no podemos llegar ni a imaginar lo que están sintiendo y sufriendo las personas que malviven en campos de acogida sin saber lo que va a suceder mañana y que mantienen el sueño de empezar una nueva vida; de dejar atrás un panorama de miseria, muerte y desolación, aferrándose a la ilusión. Ésa es la espera más desesperante.