Opinió

Morir de éxito

Una semana después de que la Festa Major echase el cierre, desde el equipo de gobierno se ha decidido hacer balance a uno de los eventos, si no el que más, que generan una mayor movilización ciudadana a lo largo de todo el año. Como no podía ser de otra forma, desde el Ayuntamiento se enarbola la bandera de la elevada participación y de la variedad de su programa para calificar la cita de éxito. Y la verdad es que es cierto que la ciudad ha encontrado una fórmula en la que se fusiona el protocolo de lo formalmente establecido en una celebración de estas características con la impagable presencia de entidades y grupos terrassenses que evidencian la importancia del tejido asociativo en la ciudad. Es cierto que el programa de Festa Major es muy variado e intenso, pero también es verdad que el Ayuntamiento gestiona directamente una parte muy limitada de este abanico de fastos.

La celebración del concierto de David Bustamante ha sido, sin duda alguna, la cita que ha despertado en las redes sociales un mayor debate y es que, aunque el alcalde, Jordi Ballart, ha empleado para defender esta propuesta calificativos como “elitistas” para los autores de las críticas, sí que es cierto que la actuación del ex de OT dejó mucho que desear, no tanto desde el punto de vista de su elección, sino por lo que después ofreció sobre el escenario. Una lástima lo del “triunfito” cuando además el Parc Audiovisual y Terrassa por extensión se convertirán en el renacimiento del fenómeno “Operación Triunfo”. No fue el mejor embajador.

Han surgido en los dos últimos años propuestas para que las entidades y los grupos de la ciudad, que son realmente determinantes en la Festa Major, puedan participar en la toma de decisiones. Incluso se ha planteado promover la respuesta popular para decidir los grupos musicales -hasta ahora sólo se ha optado por esta propuesta para elegir dos actuaciones de “El Jove”- pero es en este punto que desde el Ayuntamiento se debería abrir un proceso para que la Festa Major no muriese de éxito y eso significa pensar a medio y largo plazo. Hace falta eludir las ideas cortoplacistas y plantear nuevas fórmulas y modelos que permitan mejorar y sobre todo asegurar la continuidad de una celebración que consigue un elevado nivel de aceptación, pero en la que parece que se ha instalado una corriente inmovilista que frena los anhelos de cambio que más de una fuerza política y entidades ya han reflejado públicamente. Morir de éxito.

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