El Servei d’Ocupació de Catalunya ha anunciado a través de la consellera de Treball, Dolors Bassa, que durante este año se han decidido invertir más recursos para jóvenes que estén parados y también para el colectivo de mayores de 45 años que no tienen una ocupación. Bassa detalló las actuaciones desarrolladas a lo largo de 2016 en la demarcación de Barcelona, en la que lógicamente se incluye Terrassa, y aseguró que las políticas de empleo se han realizado “con cirugía”, según palabras textuales. Resulta cuando menos sorprendente utilizar este término de absoluta precisión cuando las cifras de desempleo siguen siendo tan abultadas, pero sí que es cierto que precisamente ésa debe ser la tendencia en un futuro por lo que respecta a la recuperación de los puestos de trabajo. Todas las labores en el ámbito de la ocupabilidad precisan de un carácter más individual.
Las enormes listas de personas sin empleo, que en el caso de Terrassa alcanzaron su cenit en noviembre de 2012 con más de 23.800 parados, se han conseguido reducir hasta los 14.448 desempleados de finales de junio, pero todas las iniciativas que se pusieron en marcha para devolver a estas personas al mercado laboral ya no tienen validez en la actualidad. Han transcurrido cinco años y todo ha cambiado. La recuperación es importante, pero absolutamente del todo insuficiente, porque todavía se registran cifras muy elevadas de ciudadanos que no tienen un empleo. Por eso hay que adoptar un nuevo marco de políticas de ocupación que sean absolutamente específicas. Dolors Bassa reconocía que se ha invertido más dinero en el último ejercicio en cualificación personal y profesional que otros años ya que se había diagnosticado en la provincia la necesidad de realizar una mayor formación.
Precisamente ese nivel tan elevado de precisión es el único que puede permitir que la actual bolsa de desempleados continúe descendiendo, especialmente en el colectivo de mayores de 45 años. Terrassa es una de las poblaciones que registran una mayor problemática en este sentido ya que más de la mitad de los parados de larga duración tienen 55 o más años; con las dificultades mayúsculas que implica su vuelta al ámbito laboral. Esa cirugía se antoja la única vía para aliviar a un colectivo que en la ciudad llega a las 2.500 personas y que debe afrontar un programa casi individualizado para que su drama personal cese y pueda volver a trabajar.