Empieza a provocar cierta desgana el asunto de la elección del Síndic Municipal de Greuges de Terrassa. Ahora resulta que el bloque que más pugnó por un proceso participativo para la designación se desmembra. Es fácil perderse en todo el proceso y difícil intentar dilucidar a qué se debe ahora el cambio de actitud en algunas fuerzas, especialmente Terrassa en Comú y CUP. Su razonamiento, que es legítimo, considera que el voto telemático debe preservarse, cuando precisamente una de las cuestiones que llevaron a la impugnación del anterior proceso de elección fue la escasa fiabilidad del voto telemático, aspecto que provocó la protesta y denuncia al Síndic de Catalunya desde algunos colectivos terrassenses. El propio Rafael Ribó recomendó la suspensión de procedimiento por ese motivo. Pues bien, ahora que el equipo de gobierno propone una jornada de voto presencial, como recomendó el Síndic de Catalunya, se vota en contra del nuevo reglamento.
Empieza a ser hora de que los partidos hablen claro sobre esta cuestión. El proceso participativo de elección del Síndic Municipal de Terrassa será un rotundo fracaso de participación, como lo fue el impugnado: dos candidatas obtuvieron algo más de mil votos cada una, ganados puerta a puerta; un aspirante se retiró cuando llevaba poco más de 600, también muy trabajados, y el resto no llegó al medio centenar. ¿De cuánto estamos hablando? ¿Tres mil votos presenciales y electrónicos? Cuántos terrassenses se van a desplazar a las urnas para votar un cargo del que a penas han oído hablar entre candidatos a los que no conocen. Igual es ese un motivo para desentenderse.
Los procesos participativos, si no se utilizan adecuadamente, pueden volverse contra la propia participación ciudadana, máxime si pueden provocar que se cuestione su legitimidad, como ocurrió hace algunos meses. En un momento en el que no existe cultura de la participación, este tipo de procesos deben ir calando con cierta solvencia para ganar presencia, fiabilidad, legalidad, seguridad jurídica y también legitimidad.
Fue una mala idea el trato que se le dio a Isabel Marquès, la anterior síndica, y a partir de entonces no ha habido ni una sola buena idea en torno a esa figura y su proceso de elección. Ahora no vale desmarcarse, porque de lo que se trata es de buscar una solución. Lo más cómodo es dar un paso atrás.