Opinió

Sentido crítico

Ayer se presentó la encuesta encargada por la Fundació Mina a la empresa Time Consultants bajo el título de “Terrassa vista pels seus ciutadans”. Se trata de una encuesta interesante por lo amplio de la temática y por el hecho de que incluya preguntas cerradas y también abiertas en las que los terrassenses podían expresarse con cierta naturalidad sobre lo que destacaban y lo que detestaban. Las encuestas tienen el valor que tienen y siempre hay que tomarlas con cierta distancia, pero son muy interesantes de analizar por cuanto nos dan pistas de lo que ocurre a nuestro alrededor.

Como conclusión genérica, los terrassenses manifestamos un muy elevado grado de satisfacción con respecto a nuestra ciudad. En lineas generales, más del ochenta por ciento de la población está muy o bastante satisfecha de vivir en Terrassa y casi un ochenta por ciento muestra un alto grado de identificación con la ciudad. Es decir, que los terrassenses calificamos la ciudad con un 7,4 y situamos nuestro orgullo de pertenencia en un 8. Las puntuaciones son francamente elevadas para lo que suele ser este tipo de trabajos. Es francamente interesante cómo parece haberse revertido el pesimismo histórico del terrassense asociado históricamente a a nuestro ADN por un sentimiento de orgullo, incluso en personas que hace sólo una década que vive en la ciudad.

Se han valorado conceptos como las comunicaciones, los servicios, las dimensiones físicas de la ciudad, o su capacidad integradora, pero la encuesta también ha puesto de manifiesto cuáles son las cuestiones que más preocupan a los terrassenses. La principal de ellas es la limpieza. Es una señal de alerta importante puesto que ese aspecto planeaba sobre la consulta como lo hizo también sobre otra encuesta encargada por TeC y que publicamos no hace demasiadas semanas. Se está instalando en la percepción de la ciudadanía que Terrassa es un ciudad sucia y se corre el peligro de que éste sea un tema recurrente, pese a que el equipo de gobierno ha aumentado la dotación presupuestaria. El problema no es que el Ayuntamiento haga oídos sordos a la demanda, sino que la percepción de las mejoras no llegue a la ciudadanía, por lo que se deduce que el esfuerzo es insuficiente. La encuesta es, como decimos, diversa y llena de matices y el hecho de que nuestro nivel de satisfacción sea elevada no nos impide mantener un sano y constructivo espíritu crítico.

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