Opinió

Problemas

Se avecinan más problemas en el proceso del agua y eta vez no provienen de los actores que lo protagonizan en Terrassa. No es una exigencia municipal, ni un reniego de Mina, sino el Gobierno de Mariano Rajoy. La ley de presupuestos del Estado incluye este año una disposición adicional que puede dinamitar los procesos de remunicipalización de servicios que estén abiertos en los ayuntamientos españoles. Como paréntesis, decir que las empresas del agua abominan de la expresión "remunicipalización" puesto que consideran que el servicio ya es municipal, que el debate está en la gestión y que de lo que se trata es de fomentar la colaboración público privada. Periodísticamente, se hace más fácil resumirlo todo en esa expresión, pero vale la pena remarcarlo por aquello de la importancia de la semántica. En cualquier caso, ahora, el problema viene de Madrid ("El mal ve d’Almansa", dicen todavía en València).

Esa disposición adicional escondida en los presupuestos impide a los ayuntamientos subrogarse los contratos de empresas concesionarias las cuales estén prestando servicios a los ayuntamiento que pasen a ser gestionados de forma directa. Es decir, el Ayuntamiento de Terrassa, si decide gestionar directamente el suministro del agua en Terrassa, no podrá asumir como propios los contratos de los trabajadores de Mina, como se pretendía. Se trata de una medida vinculada a la política de limitación de gasto en las administraciones municipales. Es decir, que si no se produce un cambio en esa disposición adicional, el Ayuntamiento difícilmente podría llevar a cabo la gestión directa del suministro del agua, puesto que con su actual plantilla es probable que ni cuantitativa ni técnicamente pueda aventurarse a asumirlo.

Independientemente de la opinión que se pueda tener sobre el proceso del agua en Terrassa, se trata de una nueva medida que, sin duda, socava la autonomía de los Ayuntamientos, ya cuestionada con muchas de las medidas adoptadas mediante la LRSAL y que puede generar recelos entre los municipios sobre la razón última de la decisión. La aplicación de esa normal en Terrassa significa cuestionar y condicionar la decisión más importante en la ciudad de su historia reciente. Habrá quien respire, pero no se trata de eso. Ahora el debate se pervierte puesto que la cuestión no está tanto en tomar una decisión libre, consciente y técnicamente viable, sino en que esta está condicionada.

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