Ayer decíamos que la situación creada en torno a la elección del síndic municipal de Terrassa era complicada y hoy lo es todavía más. El equipo de gobierno manifestaba que no entendía tanto que el proceso en su globalidad hubiese sido puesto en cuestión por el síndic de Catalunya, Rafael Ribó, sino que su dictamen llamaba la atención por la carencias del proceso participativo, lo cual no invalidaba el proceso en sí. Pues bien, ayer se recibió una nota de la oficina del Síndic de Catalunya en la que de forma inequívoca se decía que Rafael Ribó recomendaba la repetición del proceso participativo. Y no sólo eso, sino que de alguna manera llamaba la atención al Ayuntamiento de Terrassa por no haber respondido a la comunicación que la oficina le realizó hace un mes indicándole las carencias observadas y la necesidad de repetir el proceso.
El equipo de gobierno se mantenía esta semana firme en su decisión de seguir adelante, en contra de la recomendación de Rafael Ribó y de los partidos de la oposición. La clave estaba en si Ciudadanos iba a secundar al equipo de gobierno en su “sostenella y no enmendalla”. La decisión no es poca cosa puesto que no sólo se trata de nombrar a un síndic con un consenso mínimo (en el caso de encontrar el apoyo de Ciudadanos), cuando esa figura precisa de un apoyo político mayoritario, sino que sería pasando por encima de la recomendación del síndico de Catalunya.
Gestionar esta situación va a necesitar de las mejores artes por parte del alcalde, sobre el que recaerá toda la responsabilidad de la decisión. Si realmente se lleva a la junta de portavoces la decisión de proponer un nombre en el pleno de mayo para ocupar el lugar que dejó vacante Isabel Marquès, la relación del equipo de gobierno con la oposición de izquierdas, con quien ha realizado evidentes gestos de acercamiento, puede resultar deteriorada. El pleno de mayo puede resultar de los más interesante de los últimos tiempos.
Abundamos en la idea de que todo lo ocurrido en torno a la sindicatura terrassense está creando un episodio desgraciado en el que probablemente no se ha valorado el alcance de algunas decisiones. Una de ellas es la de no hacer caso de un dictamen del síndic y además pedirle ayuda para encontrar una salida. Si la oficina de Rafael Ribó ha determinado que el proceso no cumple garantías, lo más fácil es interpretar que propondría, como así ha sido, una repetición del proceso participativo. Ahora parece que toca, además, un pulso con el síndic.