La Terrassa nocturna, esa que aparece cada noche misteriosa y cambiante y que muestra una ciudad completamente diferente, vivirá en los próximos meses un cambio radical. Es cierto que cuando la luz del día se apaga surge otra urbe. En su fisonomía resulta determinante la iluminación artificial que exhibe unas calles con demasiados contrastes, altibajos y muchos espacios en los que existe un más que evidente déficit lumínico. Todo ello cambiará con la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de renovación que forma parte del programa Terrassa Energia Intel·ligent, que permitirá aunar un mejor servicio y un importante ahorro tanto económico como en el ámbito de la eficiencia energética.
En un año, el proyecto convertirá Terrassa en una ciudad totalmente iluminada, donde las grandes vías contarán con una mayor intensidad de luz, seguidas de los ejes comerciales y la ciudad residencial, que se iluminarán de forma mucho más uniforme. Uno de los grandes objetivos es poner fin a las zonas oscuras e inseguras de la trama urbana. Los polígonos industriales serán las áreas que contarán con menor intensidad de luz. El alumbrado público se sustituirá en los próximos meses cambiando las antiguas bombillas de vapor de sodio de alta presión por tecnología led. De este modo, Terrassa lucirá una imagen más homogénea y blanquecina, a diferencia del tono amarillento y enfermizo que muestra en la actualidad.
Ante una propuesta como ésta sólo se puede celebrar una transformación como la que está prevista. Este paso resulta trascendente para la ciudad y supone un cambio que se incluye en un acuerdo por un período de tiempo de 15 años con la empresa que asumirá el coste de la operación, que se ha fijado en esta fase inicial en 14,5 millones de euros. Una auditoría lumínica previa ha permitido dibujar un mapa con las necesidades reales de iluminación de Terrassa. Ahora, es clave controlar su aplicación y calibrar el ahorro que permite afrontar esta operación. Durante el primer año de ejecución se elaborará un plan de verificación en el que la firma con la que se ha cerrado el acuerdo, SECE, y el Ayuntamiento concretarán cómo se mide el ahorro. La información es relevante porque la aportación municipal dependerá de ese dato. Se habla de un ahorro energético de un 80 por ciento. Con la renovación del alumbrado se obtendrá además una reducción de cinco mil toneladas de CO2. Parece, que al final, se ha hecho la luz.