Opinió

Interpretar

Los movimientos que el alcalde Ballart ha realizado en el equipo de gobierno municipal siguen provocando reacciones. Los líderes de las formaciones de la oposición han criticado, como era de esperar, los cambios, coincidiendo en que se trata de un fracaso de la apuesta que realizó Ballart en las últimas elecciones municipales. Pierden fuerza sus independientes y gana visibilidad lo que algunos llaman la “vieja guardia”.

Pero todo gira en torno a Alfredo Vega. Hay dos cuestiones en su nombramiento que dan para muchas especulaciones. Una es el haber hecho coincidir su vuelta a la primera tenencia de alcaldía con su designación como primer secretario de los socialistas terrassenses. En este caso hay quien habla ya abiertamente de recambio en el horizonte socialista. Jordi Ballart ha manifestado en diversas ocasiones sus dudas sobre si continuar o no en política una vez que acabe el mandato. La interpretación de que Vega es una apuesta seria para ser el alcaldable socialista en las próximas elecciones municipales es fácil. El ya teniente de alcalde es un activo de un partido que sobrelleva como buenamente puede la crisis del socialismo catalán y probablemente, si se da el caso, Vega pueda ser un hombre de consenso.

El segundo aspecto que destaca en torno a su nombramiento es convertirse en el concejal del agua. La noticia debe haber sido recibida con buen ánimo en Mina puesto que si algo define a Vega es su capacidad para el diálogo, algo que la empresa suministradora viene demandando desde hace ya mucho tiempo. El problema es que no se sabe bien qué pretende dialogar Mina cuando la postura municipal está tan definida en torno a la municipalización. Es una definición al menos en el plano teórico. El propio Vega ha dicho no hace mucho que no hay nada decidido en torno a la gestión del agua, puesto que hace falta el informe definitivo que debe establecer si la ciudad se puede permitir la municipalización o no. En cualquier caso, la capacidad de diálogo de Vega no debe confundirse con falta de firmeza. El teniente de alcalde es pragmático y hará lo que se le encargue.

Lo que empieza a estar claro es que la solución no se va a dar antes del 9 de junio y muy probablemente tampoco se tendrá al finales de año. La posibilidad de una prórroga más larga empieza a planear con cierta consistencia sobre el proceso. ¿Y si se celebrasen nuevas elecciones con el asunto del agua todavía encima de la mesa?

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