En Europa, más del 70 por ciento de la población vive en zonas urbanas. La calidad del aire se ha convertido en una de las mayores preocupaciones medioambientales. Barcelona y su gran área metropolitana emprenden un camino que debe ser sin retorno hacia la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos que implicaría el control de las emisiones contaminantes. Las que realizan los coches son las más importantes y a partir del año 2019 se prohibirá la circulación en 40 ciudades, entre ellas Terrassa, de lunes a viernes los coches de más de veinte años de vida. Un año antes se empezarán a realizar restricciones en ese sentido en los momentos de mayores niveles de contaminación. Se dice que un coche de más de veinte años contamina como treinta y seis vehículos nuevos.
La medida alcanzada por Barcelona y los ayuntamientos que acompañan a la capital en este viaje adquiere la fuerza de la determinación que impone la acción conjunta. Probablemente la medida llegue tarde, pero tiene que haber una forma de comenzar a tomarnos en serio el asunto de la contaminación. Ayer, un político terrassense reflexionaba en twitter sobre la posibilidad de colocarse una máscara para caminar por Barcelona. En ocasiones, la polución hace insoportable el paseo.
La medida de limitar la circulación de los coches viejos es probablemente la más llamativa, pero hay otras que deben ser tenidas muy en cuenta, como es la potenciación y mejora del transporte público. En este sentido, quizás tenga mucho que decir el famoso estudio de movilidad que se pretende realizar sobre las comarcas del Vallès Occidental y Oriental, dos comarcas absolutamente interrelacionadas, pero pésimamente conectadas tanto por carretera como especialmente a través del transporte público. Ir a Granollers es tarea poco menos que titánica en autobús o en tren. Tengamos en cuenta que el 80 por ciento de los usuarios de la B-30 somos habitantes de los “vallesos” y el Baix Llobregat que utilizamos esa vía para desplazarnos entre comarcas.
Es sólo un ejemplo de cómo el paso del tiempo no ha hecho más que enquistar el problema de la utilización del coche. Llevamos un retraso importante en lo que a mejora de las comunicaciones de transporte público se refiere. El éxito de FGC con el metro de Terrassa es una buena prueba de que la oferta, a poco que sea decente, genera demanda.