La conselleria de Territori i Sostenibilitat, que dirige el terrassense Josep Rull ha tenido una muy buena idea. Se trata de la “app” que permite a los usuarios de los ternes de Rodalies de Renfe canalizar sus quejas cuando se producen disfunciones en la linea. Rodalies es una de las muchas asignaturas pendientes que tiene el Gobierno central en Catalunya. La falta de inversiones y una gestión deficiente convierten en una aventura llena de sorpresas para los usuarios de esas imprescindibles lineas de ferrocarril.
La “app” para realizar las quejas es por tanto una buena forma para que los viajeros descarguen su adrenalina para presionar sobre la dirección de Renfe y por ende sobre el ministerio de Fomento y por ende sobre el Gobierno de Madrid para que de una vez por todas accedan a transferir la gestión a la Generalitat de Catalunya. El agravio es constante en muchos aspectos, pero el problema del transporte ferroviario es especialmente sangrante.
La idea es tan buena que la “app” podría extenderse a que los Ferrocarrils de la Generalitat, que también tienen incidencias. También los conductores podrían canalizar sus quejas a través de esa u otra “app” similar cada vez que pasen por un peaje o cada vez que se encuentren en un atasco camino de Barcelona; o cada vez que se queme un autobús en Terrassa o se atasque una puerta o se averíe la plataforma de acceso de minusválidos.
También se podría aprovechar esa “app” u otra parecida cuando nos encontremos un contenedor de basura lleno y rodeados de todo tipo de desechos (la Favt lo hizo por twitter y funcionó bastante bien) o cuando un paciente lleve año y medio de espera (o más o menos) para obtener una hora de visita en consultas externas de un centro hospitalario; o para que los padres de alumnos de barracones reclamen una escuela de ladrillos, como Dios manda. Podrían asimismo encontrar acomodo en una hoja de reclamaciones telemática las familias que tienen que soportar unas tasas universitarias de absoluta vergüenza o las personas que están fuera del mercado laboral sin presente ni futuro y que tienen que alimentarse en un comedor social o a través de los bancos de alimentos, gestionados por organizaciones no gubernamentales que liberan de la responsabilidad a la administración. Podríamos incluso proponer un concurso de ideas para ampliar y mejorar la buena iniciativa de la conselleria de Territori.