Desde la promulgación esta misma semana de la nueva ley de comercio de la Generalitat, ya no tiene sentido la famosa frase de “hoy empiezan oficialmente la temporada de rebajas”. En realidad, no empezarán oficialmente, pero con toda seguridad se podrá utilizar la expresión de forma extraoficial. La temporada de rebajas se liberaliza con la nueva ley. Los comercios podrán llevar a cabo campañas de rebajas y precios especiales cuando consideren, aunque se recomienda seguir la tradición de las temporadas de rebajas de invierno y verano.
Durante los últimos meses hemos asistido a lo absurdo que es mantener la rigidez de la temporada de rebajas cuando los comercios han llevado a cabo campañas específicas, por ejemplo, para el Black Friday o los precios especiales de antes de Navidad o el inicio de las rebajas que importantes franquicias han iniciado antes de Reyes en Terrassa, adelantándose al inico de la temporada que realiza habitualmente el comercio tradicional. Veremos cómo el comercio tradicional se adapta a la nueva normativa, que entre otras cuestiones servía para generar más de 90 mil puestos de trabajos directamente.
En el plano estrictamente político, La norma catalana, que tiene un claro perfil protector del comercio tradicional, vuelve a desafiar a la más liberal del PP. La prueba palpable se puede identificar en el muy tímido aumento de las horas semanales de apertura, que pasan de un total de 72 a 75 horas, mientras que las horas de apertura del pequeño comercio según la legislación estatal alcanza las 90 horas semanales.
El termómetro que mide el cariz que toman las leyes relacionadas con el comercio lo podemos encontrar en la reacción de las grandes superficies y sus organizaciones patronales. La Asociación de Grandes Empresas de Distribución (Anged), que incorpora a firmas de la magnitud e El Corte Inglés, Media Markt, Eroski, Alcampo, FNAC, etcétera, han calificado la norma catalana como de anticuada, apelando a los nuevos hábitos de compra de los consumidores. Las grandes superficies fijan su principal queja en la imposibilidad de que la ley, en lo que a horarios se refiere, permita al comercio tanto al tradicional como a los grandes distribuidores, competir con el comercio electrónico, una realidad que consideran que el legislador catalán no tiene en cuenta y que limita las posibilidades del comercio de plantar cara a la venta a través de las nuevas tecnologías.
Ese, internet, probablemente sea el gran reto del comercio físico.