Decíamos el año pasado que el “black friday” había llegado para quedarse y todo parece indicar que ya hemos entrado de lleno en la dinámica comercial americana, aunque es de suponer que poco a poco la iremos haciendo nuestra. La reacción inicial ante el “black friday” es la reacción adversa ante la impostura porque se trata de algo importado y valdría la pena pensar si no se trata de algo impuesto. No obstante, al final, no podemos culpar a nadie de lo que es responsabilidad absoluta nuestra y una de dos, o te dejas llevar o mantienes tus impulsos de consumo como siempre, con el hándicap de que las rebajas, como tales, pueden haber desaparecido para siempre.
Es extremadamente difícil sustraerse al embrujo de una fiesta consumista, como ocurre en halloween, que hemos incorporado a nuestras costumbres, o quizás sea mejor decir a nuestra lógica comercial, como si toda la vida hubiésemos ido de casa en casa pidiendo caramelos en la noche de todos los Santos. En cualquier caso es el mercado el que marca el ritmo y cuando se consolida una experiencia como el “black friday” es porque existe una oferta que encuentra acomodo en una demanda o porque la oferta fabrica, aunque sea artificialmente, esa demanda. No es criticable lo que parte de la liberalidad y de la decisión individual.
Efectivamente, el “black friday” ha llegado para quedarse y parece que lo hace con fuerza. Si bien el año pasado hubo en Terrassa un seguimiento desigual, en esta ocasión el centro lo ha tenido claro, al igual que el Eix Comercial Sant Pere, donde el comercio de proximidad ha realizado masivamente una apuesta por abrir la temporada de Navidad a la americana.
Si lo números salen es lo que importa. Hay otros lugares y algunos sectores dentro del comercio que consideran que no es rentable sumergirse en la dinámica del “black friday”. Parece ser que algunos comercios con productos exclusivos o con una oferta con escaso margen de negocio no pueden permitirse una apuesta firme por el “black friday”, ya sea por simple voluntad, por razones de tipo económico o también de mero marketing, porque su imagen no ha ido nunca asociada a rebajas, ofertas o precios especiales.
Donde el “black friday” se desata en toda su dimensión es en el comercio electrónico y algunos sectores empiezan a convertir noviembre en un “black friday” sostenido en lo que parece haberse convertido en un traslado a este mes de la época de rebajas.