Se avecina borrasca en Sant Pere Nord. El barrio lleva más de treinta años esperando una intervención de gran relevancia en lo que ya se ha bautizado como Parc de la República, unos terrenos que están delimitados por la avenida de Béjar, la rambla de Francesc Macià, la calle de Provença y la avenida del Vallès. Se trata de un proyecto que viene del año 1983 y que está en la comisión de equipamientos del Ayuntamiento desde el año 2000. La expropiación de parte de esos terrenos fue realmente compleja y poco favorable al Ayuntamiento, como ha ocurrido en otros procedimientos similares y entre una cosa y otra el proyecto ha sido víctima de una parálisis a la que los vecinos quieren poner solución de continuidad.
El problema está en que parece ser que el alcalde Ballart prometió arrancar la redacción de los proyectos ejecutivos de cada uno de los tramos en los que se ha dividido la zona y se pretendía ubicar la urbanización de la zona en el calendario para ejecutarlo en aproximadamente ocho años. La sorpresa de los vecinos fue que en la comisión informativa de Territorio y Sostenibilidad, los partidos de la oposición no tenían el proyecto tan claro como el equipo de gobierno. En otro tiempo esto no hubiese sido un problema, pero hoy se necesita del apoyo de la oposición, al menos de una parte para llevarlo adelante.
Los vecinos de Sant Pere Nord, que la semana pasada se llevaron también el chasco de la negativa de la Generalitat a construir la reivindicada y prometida residencia para mayores, sentía que su proyecto estaba asumido por todos debido a lo que consideran una deuda histórica para con el barrio. Pensaban que de lo que se trataba era de conseguir un proyecto de ejecución sin prisa, pero sin pausa y ahora se encuentran con que el proyecto mismo está en cuestión porque la oposición no lo ve claro.
En primer lugar surge el peaje del gobierno en minoría, que está detrás de cualquier esquina, y se reprocha al alcalde que prometa actuaciones en los barrios, como ocurrió en La Maurina, que no puede cumplir por si sólo. Pero luego está la cuestión de fondo. El sentir de los partidos de la oposición se centra en que se trata del parque más grande de Terrassa después de los de Vallparadís y Sant Jordi y que es posible que deba afrontarse desde una perspectiva global, más como un proyecto de ciudad que como un proyecto de barrio. Otra cosa es que haya sido concebido así o no. En cualquier caso, para decepción de los vecinos, no parece que vaya a ser un proyecto pacífico.