La patronal terrassense Cecot ha solicitado que la velocidad máxima permitida en la B-40, vía que nació con el nombre de IV Cinturó, sea de 120 kilómetros por hora. Entiende la organización terrassense que se trata de una vía rápida que no está reconocida como tal. La verdad es que parece un contrasentido que en una autovía de esa magnitud sólo se pueda circular a un máximo de 80 kilómetros por hora; no es una infraestructura peligrosa ni por la orografía del terreno, ni por las características de su construcción y aunque cada vez es más utilizada por los terrassenses como ronda, tampoco presenta niveles de uso como para tener prevenciones en ese sentido.
Resulta muy polémico el control de la velocidad que se ejerce en las vías del área metropolitana de Barcelona. Tenemos autovías y autopistas de más de tres carriles en los que a horas en los que apenas hay circulación se limita la velocidad a 80 kilómetros por hora. La razón que se esgrime se relaciona con la polución y el argumento de que el descenso de la velocidad reduce la emisión de gases debido al elevado número de vehículos en horas punta, lo que no se entiende es que se mantenga ese argumento de madrugada o en horas que en las que el uso se reduce considerablemente. Por otra parte, también hay quien mantiene que no existe la proporcionalidad pretendida entre la reducción de la velocidad y la emisión de CO2.
En cualquier caso, también es cierto que la sensación de velocidad es subjetiva y en muchas ocasiones nuestra percepción es muy diferente al efecto en la relación espacio tiempo. En lo que se refiere al IV Cinturó, debemos reconocer que su escasa longitud no permitiría un ahorro de tiempo importante, probablemente en torno a un minuto. Se trata de una cuestión más psicológica por la incomodidad que representa para nosotros mantener una velocidad contenida cuando los referentes, la amplitud de la vía y su buen estado nos animan a aumentarla, que el efecto real que ese aumento puede tener en el tiempo que empleamos en cubrir el tramo en cuestión.
Es irónico que en otras ocasiones nuestro máximo anhelo sería mantener una velocidad constante de 80 kilómetros por hora. Es el caso de los usuarios de la C-58 especialmente por las mañana. Resultó sarcástico que se quisiera limitar la en su momento la velocidad en esa vía cuando las colas impiden que puedan superar los 30 o 40 por hora hasta Barcelona.