El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Terrassa ha llegado a un acuerdo para elevar al pleno la propuesta de ordenanzas del año 2017. Las aportaciones realizadas por TeC, ERC y CUP en la comisión de ordenanzas han sido aceptadas en su totalidad y el documento, tal como también solicitaron, ha sido reelaborado para presentarlo de nuevo. La oposición ha jugado sus cartas y ha conseguido introducir algunas modificaciones que si bien no pueden considerarse absolutamente relevantes sí que tienen su importancia y en algunos casos de cierto simbolismo. Pese a ello, la votación en el pleno será la de la abstención. La lógica de la política tiene estas cosas, pese a haber aceptado el equipo de gobierno todas las enmiendas, la votación no será favorable porque se considera que las ordenanzas no son las que cada uno de los partidos pactantes hubiese propuesto. En cualquier caso, las haces suyas, como suyo hará el PSOE al presidente del gobierno. Pero esa es otra cuestión.
El análisis del acuerdo no debe hacerse en términos de victoria o derrota, sino del nuevo momento que vive la política municipal como consecuencia directa de la voluntad de los terrassenses. La democracia representativa puede dar mayorías o no y cuando no las da no existe otra alternativa que el diálogo y la negociación para garantizar la dinámica de la gestión de la ciudad.
El mensaje del equipo de gobierno está siendo claro en los últimos meses: el PSC es un partido de gobierno y es de izquierdas, en un intento de despatrimonializar al frente que forman TeC, ERC y CUP como únicos garantes de esa condición. Además, ahora vienen los presupuestos y es probable que, en la linea de diálogo que se ha mostrado con las ordenanzas, los lugares de encuentro sean más fáciles de encontrar en la izquierda que con Ciutadans. La carga política de los presupuestos también necesitará de decisiones claras en ese sentido.
Lo interesante de esta situación estaría en comprobar cómo cada partido rentabilizaría su acción de gobierno y de oposición en las próximas elecciones municipales. El problema es que los comicios locales también están muy condicionados por la política supramunicipal y dos años y medio son un mundo en un momento de efervescencia como el que se está viviendo en Catalunya y en España. No es suficiente una buena gestión en uno u otro lado de la sala de plenos, sino que tus “hermanos mayores” te echen una mano.