Opinió

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El Consell Comarcal hizo ayer pública una nota en la que explicaba la recomendación hecha a los ayuntamientos de la zona de incluir en sus presupuestos de 2017 un aumento del coste de la gestión de los residuos como consecuencia de la subida del precio del canon que cobra la Generalitat. Con esta acción el Consell Comarcal pretende, sin ninguna duda, echar un cable a sus ayuntamientos, justificar públicamente el inevitable aumento de las tasas de residuos para 2017 y los que se producirán en años venideros.

La nota, hecha pública la misma semana que en Terrassa se alertaba sobre el aumento de la tasa en la reunión de los portavoces municipales en la comisión de ordenanzas, recuerda que el año que viene el canon, es decir, la penalización que impone la Generalitat por tonelada de basura no reciclable, subirá en 10,9 euros, pero es que este aumento seguirá una estela de aumento progresivo de más de veinte euros por tonelada y se pasará de los 19,10 euros por tonelada a los 47,10 en 2020. Ese aumento, sin lugar a dudas, repercutirá sobre el recibo de los ciudadanos.

La nueva realidad lleva a pensar si el canon impuesto por la Generalitat y la cuantía no es excesivo dada la imposibilidad de imponer un modelo de gestión que en este momento podríamos llegar a considerar fallido. Es decir, la Generalitat impone un canon con el que pretende obligar a los ayuntamientos a desplegar un modelo de gestión en base a unos objetivos que no se están cumpliendo. En Terrassa llevamos muchos años encallados en torno al 30 por ciento de reciclaje y se pretende que alcancemos el 50 por ciento en 2020, cifra que en estos momentos se antoja complicado de alcanzar.

No sabemos el margen de mejora que tiene el sistema en la ciudad y aún a riesgo de parecer pesimistas, entendemos que no sólo parece difícil sino que el aumento de la tasa pueda generar un efecto contrario al que se persigue en forma de desmotivación entre las personas que ahora hacen el esfuerzo de seleccionar los residuos en sus domicilios y que aún así se sientan penalizados. La gestión de los residuos es un problema para el que no hemos encontrado solución. El modelo, que puede tener recorrido en poblaciones pequeñas, es de difícil asimilación en ciudades grandes, genera agravios y no soluciona de forma convincente el residuo final, porque seguimos agujereando el territorio y enterrando basura sin solución de continuidad. Igual de lo que se trata es de reflexionar sobre si el modelo es el más adecuado.

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