Opinió

Medias verdades, dobles mentiras

Asistimos atónitos a un espectáculo que se ha convertido en mediático y por lo que vemos de caudal importancia para nuestros políticos gobernantes. Parece ser que es la única cosa importante que sucede en la ciudad y el único problema que tiene el Consistorio por resolver, me refiero por si alguien anda despistado al tema de la municipalización del servicio del agua en Terrassa. Gestionada con eficacia, calidad y todo el buen hacer del que han sido capaces en los últimos 175 años por los mismos gestores. Quiero destacar que en todo momento Mina Pública d’Aigües de Terrassa ha sido una sociedad compuesta por personas y entidades mayoritariamente terrassenses, y nunca ha sido ni es mayoritaria de sociedades internacionales como dicen algunos, con desconocimiento del tema y me atrevo a decir que hasta faltos de inteligencia emocional y afectiva hacia la propia ciudad.

Es cierto que Mina Pública d’Aigües de Terrassa está participada por la compañía Ag-bar, de forma importante pero minoritaria, y que además ha aportado, a lo largo de toda la colaboración societaria de más de 30 años, soporte tanto técnico como financiero. Quiero recordar que en un momento muy delicado para nuestra ciudad nadie quería acciones de Mina para rescatarla de la situación en que se encontraba en aquel momento, y que tuvo que buscar un socio que además de técnico aportase músculo financiero para acometer las fuertes inversiones que requería la traída de mayores e importantes caudales de agua, para satisfacer las necesidades de la ciudad. Y recordar también que este socio, entre otros, le compró hace tres años al Ayuntamiento las acciones que poseía de la compañía con un beneficio implícito muy importante para el Consistorio municipal, y ahora los tildan de avariciosos y desleales con la ciudad.

El compromiso de Mina d’Aigües con la ciudad de Terrassa durante muchísimos años, directamente y a través de su fundación, que ha aportado más de un millón de euros a causas sociales, debe de tenerse en consideración, puesto que a nada de ello estaban obligados los accionistas, y han renunciado a parte de su retribución para favorecer directamente a la ciudadanía más desfavorecida.

No creo que la ciudad de Terrassa y sus ciudadanos deban nada especial a la compañía de aguas, pues unos han prestado un servicio y otros han pagado su contraprestación, pero lo que sí reclamo es equidad, transparencia, nada de populismo y eficacia en la gestión, cosa que los unos ya han demostrado y los otros lo tienen que hacer, pero ¡ay!, por desgracia, los unos tienen historia y un relato positivo, ¿y los otros? Y quiero no dejar en el olvido fracasos de gestión municipal sonados en los últimos y recientes tiempos, autobuses, litigio con la familia Carbonell-Marcet, Societat de l’Habitatge, Prointesa, aparcamientos subterráneos de Lluís Companys y avenida de Barcelona, etcétera.

Los ciudadanos de Terrassa no tenemos por qué pagar los desvaríos políticos, ni sus ínfulas populistas, ya que a la vista de la experiencia tenemos más que perder que ganar.

Ya no me interesa de quién es la razón, unos dicen que el servicio y la concesión están extinguidos y la contraparte reclama unas indemnizaciones millonarias, apelando a sus derechos históricos, concesionales y de propiedad. Si Mina d’Aigües plantea un nuevo contrato en formato mixto y por un plazo determinado, y se compromete, a la finalización del mismo, a entregar todas las instalaciones sin coste ni pleitos, qué nos importa recuperar ahora la titularidad con muchos riesgos, o dentro de unos años sin ningún tipo de problemas. Y además mediante una compañía mixta en la que los nuevos copropietarios públicos irán aprendiendo cómo se gestiona este servicio, mejorando en todo aquello que sean capaces de aportar y además sin pleito alguno y en buena armonía.

En más de una ocasión nuestro alcalde ha dicho que lo que él creía mejor era una gestión mixta, y ahora manifiesta que por un problema de información, y a modo de pataleta, no quiere saber nada con la sociedad gestora y declara que el servicio será municipalizado al 100% ya que es de la ciudad. Honestamente creo que en su fuero interno ni él se lo cree. No se puede apelar a este lío con el único objetivo de mejorar el servicio en precio, cosa difícil dado que en el recibo del agua casi un 50% son impuestos y cánones y el otro es el servicio de hacer llegar el agua a domicilio, en condiciones de calidad y suministro, y la mejora de la calidad estará por ver. ¿Con qué criterio se ha denegado sistemáticamente desde el año 2013 una revisión de la tarifa del agua?, cuando el Consistorio ha aumentado los impuestos a todos los ciudadanos año tras año. ¿Por dónde anda la mejora en la gestión que predica a los demás? ¿Por qué no mejoran su ratio de eficacia y rebajan la presión fiscal a los terrassenses?, en lugar de corregir al alza los impuestos para tapar sus debilidades.

Los experimentos, con gaseosa, dice el refranero popular y no sea que por una tozudez de sesgo populista o por ser esclavo de sus palabras tengamos que asumir unos costes que serían a todas luces difíciles de justificar a la ciudadanía, dado que al final es ésta y no nadie más quien asumirá la repercusión de la decisión que se tome.

Mi abuela decía que con la razón los acaban colgando y que los puntos, en la ropa, y a eso me refiero, si el ilustrísimo señor alcalde está enfadado o molesto con la dirección de la sociedad, convoque a las partes, con luces y taquígrafos, y resuelva las diferencias, pero que no meta a todos los terrassenses en el lío del agua, porque además a nadie le importa de forma prioritaria quién les suministra el agua, siempre que ésta sea constante, de calidad sanitaria y a buen precio.

Ofuscados en este galimatías, preocupados por la situación política decadente, sin duda, y dedicados a las redes sociales para aumentar presencia y mostrarse en público no sé bien ante quién o quiénes, no quieren aceptar que se están perdiendo oportunidades de crecimiento de la ciudad y de trabajo para centenares de ciudadanos de Terrassa, quizás por la falta de mayores recursos en el área de promoción económica o por una voluntad y visión política inconcretas en este ámbito de una parte del Consistorio.
Marear la perdiz es propio de funcionarios leguleyos, que en ningún momento quieren ir más allá de sus estrictas obligaciones, y mucho menos arriesgar, ellos son los fijos, conocen todos los entresijos de las leyes y son capaces de utilizarlas sin salirse de su zona de confort, los demás somos todos eventuales.
Gobernar es tomar decisiones correctas y en el momento adecuado, beneficiosas para los administrados, y no asumir más riesgos que los estrictamente necesarios, y no preocuparse de la reelección propia y sí ocuparse del trabajo de cada día.

No hay nada más gratificante que acostarse con el deber cumplido y mantener la honradez con uno mismo; a pesar de que corran tiempos difíciles, las personas pasan y sus buenas o malas obras perduran y se recuerdan.

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