Como si el tema no fuese con ellos, nuestros líderes llevan casi un año sin trabajar, cobrando (¡maldita sea!) y dando un espectáculo al mundo, en el que estará justificado que nos vuelvan a ver como un país "de pandereta".
El señor Sánchez cada vez se va enredando más en su propia red, cargada de contradicciones y sinsentidos. El señor Rajoy y compañía, al estar en funciones, permanecen calladitos, gestionando lo rutinario y procurando que se hable lo menos posible de nuestra realidad económica, social, autonómico-secesionista e internacional, donde la falta de gobierno va dejando "rotos" por el camino que complican nuestro prestigio, nuestra leve recuperación y, sobre todo, nuestra futura financiación.
Suerte tenemos del Banco Central Europeo que permanece ahí, vigilante, procurando que las primas de riesgo se mantengan por los suelos y facilitando liquidez hasta el punto de que algunas empresas e instituciones de prestigio puedan financiarse "cobrando" en vez de pagando intereses.
Pero, a pesar de la aparente calma y tras un año de gobiernos locales y autonómicos en plenas facultades para hacer, deshacer y endeudarse hasta las pestañas, nuestro ministro de Economía, Luis de Guindos, que a pesar de estar en funciones mantiene sus buenas relaciones con sus colegas europeos con los que permanece en contacto permanente, no ha sabido esperar a estar fuera del Gobierno para dar una conferencia en la Fundacion Rafael del Pino, el próximo día 14, con el título: "España, amenazada, de cómo evitamos el rescate y España recuperó el crecimiento", idéntico título de su libro que presentará en el mismo acto. En un momento en que nuestro crecimiento se desacelera, el panorama político es desolador y nuestra deuda continúa creciendo, especialmente en las autonomías, que han pasado de menos del 6% del PIB al comienzo de la crisis a rozar actualmente el 25%, sus prisas por publicar ahora el libro están siendo criticadas. A la presentación asistirá el aún presidente del Gobierno en funciones, quien le prologa el libro, en el que cuenta problemas y encontronazos con parte del partido, y del gobierno, en momentos como los de Bankia y sus tarjetas "black".
Ojalá no sea que, desde su especial observatorio, ve con más claridad que el resto de los mortales los nubarrones que nos acechan, en gran medida, engrosados por la incapacidad negociadora, mezclada con grandes dosis de odio personal, que se profesan parte de nuestros políticos, y que parecen querer continuar en esta situación electoral eternamente.